1
Faltan nombres para
las multitudes latinoamericanas (223)
La raza
latinoamericana y la no blancura. El
artículo que escogimos del libro de Rita Segato La crítica de la colonialidad en ocho ensayos, se titula los cauces profundos de la raza
latinoamericana: una relectura del mestizaje. La autora hace un desarrollo
de la idea del mestizaje a partir de ubicar una especie de conjunto vacío al
que se han ido volcando distintos sentidos.
La
primera idea le permite plantear la raza latinoamericana como una definición
negativa, y dirá que la raza latinoamericana se trata de la no-blancura. El
color de la piel y los trazos físicos de las mayorías, de las multitudes no
está nombrado, es algo de lo que cuesta hablar. Ahora bien, la gravedad de esto
consiste en que la no-blancura no asigna etnicidad, cultura particular o
sociedad que la contenga.
Recogimos
algunos párrafos del texto. “Al continente le cuesta hablar del color de la
piel y de los trazos físicos de sus mayorías. Parece no haber discurso a mano
para inscribir lo que de hecho es el trazo mayoritario en la tez de nuestras
multitudes. Porque no se trata del indio en sus aldeas, ni del negro en los
territorios de palenques que persisten, sino del rasgo generalizado en nuestras
poblaciones.” (215) “La plica que aflora en los multitudinarios mestizajes es
el tinte de algo tan genérico y general como la no-blancura: sin etnicidad, sin
sociedad, sin "cultura" particular.” (216)
2
“El cuerpo mestizo,
carta de navegación a contracorriente” (224)
La raza producto de
la colonialidad, pero también, como oportunidad de desestabilizarla e
insurgente. Segato
se apoya en Quijano para situar la raza en el flujo o emergencia histórica.
Quijano plantea que tanto el indio y del negro son invenciones, como los otros
genéricos objeto de la dominación, y que tendrá como contraparte, la invención
del blanco europeo genérico y dominador. El mestizaje encuentra aquí un lugar
anodino y etnocida, emprender un camino hacia el blanco. Sin embargo planteará
que puede establecerse otra dirección para desenmascarar la persistencia de la
colonia y asignar un carácter político a la raza como reemergencia,
deconstrucción de trazas históricas. Hablar de la raza implicar hablar de
enmienda, reatadura de linajes perdidos, devolución de la conciencia histórica
de quienes han sido expropiados y que viven en una orfandad genealógica.
Dice
la autora:
“Todos los movimientos contrahegemónicos más
importantes y convincentes del presente apuntan sin duda en esa dirección: la
necesidad de desenmascarar la persistencia de la colonia y enfrentarse al
significado político de la raza como principio capaz de desestabilizar la
estructura profunda de la colonialidad” ... “raza como marca de pueblos
despojados y ahora en reemergencia; es decir, raza como trazo viajero,
cambiante, que a pesar de su carácter impreciso, podrá servir de instrumento de
ruptura de un mestizaje políticamente anodino y disimuladamente etnocida, hoy
en vías de deconstrucción.” (218)
“Hablar de ella (raza) implica iniciar una nueva
época en las propuestas políticas que tendrán que ser de enmienda, de reatadura
de linajes perdidos, de devolución de la conciencia histórica a aquellos que de
ella se vieron expropiados y que hoy viven en una especie de orfandad
genealógica.” (219)
“Porque el mestizaje -crisol de razas, trípode das
razas, cadinho- se impuso entre nosotros como etnocidio, como cancelamiento de
la memoria de lo no-blanco por vías de fuerza. Un autoritarismo de los Estados
republicanos, tanto en el campo de la cultura
como de la seguridad pública, impusieron una clandestinidad de siglos a
los cauces subterráneos de sangre originaria, a los Rios Profundos de la
memoria que a ellos se vincula. Por eso
mismo, también e inversamente, el mestizaje podría ser -y de cierta forma
siempre ha sido-, entre nosotros, otra cosa, mucho más interesante, vital e
insurgente. (224) (leer desde el tercer párrafo de la página 23 y toda la 24)
La raza como emergencia en el flujo histórico,
citando a Quijano. (225) La invención del indio y del negro como los otros
genéricos objeto de la dominación, y por otro, la invención del blanco europeo
genérico y dominador (231)
3
Tres mestizajes
Una
perspectiva definida como pluralismo histórico y que propone la devolución a los
pueblos de las riendas de su propia historia se perfila entonces como una
propuesta mucho más interesante que la más conocida plataforma del relativismo
cultural, que, por definición, atribuye a las culturas un alto grado de
inercia. La perspectiva del “pluralismo histórico” no deja de ser un tipo de
relativismo, sólo que, en lugar de colocar la cultura como referente de
identidad fija, inerte, inmune al tiempo, coloca el proyecto histórico de un
pueblo como vector central de la diferencia. (234)
Las
concepciones y valores del mestizaje las sintetiza en tres.
Primero:
La perspectiva de las elites, el mestizaje se convierte en el camino hacia la
blancura, homogeneizador, etnocida, amalgama que olvida sus linajes
constitutivos. Su brújula apunta al norte y al progreso. La idea de la
antropofagia, digestión violenta y unificadora, camino de la nación hacia el
blanqueamiento y modernización eurocéntrica.
Segundo:
La perspectiva de los movimientos sociales y sus políticas de la identidad. Los
activismos condenas al mestizaje como blanqueamiento, y estrategia de supresión
de las minorías políticas étnicas y raciales. Esta perspectiva desemboca en una
reificación de una identidad única y un modelo único de construcción de
identidad que se desentiende del retorno a las historias perdidas.
Tercero:
la perspectiva de Segato perfila al mestizaje atravesado y sacudido por
proyectos históricos latentes y ahora emergentes. El mestizaje como brújula que apunta al sur. “Un cuerpo
mestizo en desconstrucción, como conjunto de claves para su localización en un
paisaje, que es geografía e historia al mismo tiempo” (234)
4
Pluralismo
histórico
La
perspectiva que llamé pluralismo histórico, como abordaje más comprensivo y
capaz de contener las relatividades de la cultura y rebalsarlas, cuando es
necesario, para no perder de vista lo único que es insustituible desde el punto
de vista de los pueblos: su voluntad de existir como sujetos colectivos de la historia y permanecer
bajo el sol remontando los tiempos.(237) En referencia a Quijano dirá “la
metafísica del macro-sujeto histórico”. “Ella apunta precisamente hacia el
hecho de que el eurocentrismo propio de las relaciones de poder que llama
colonialidad resultó en el predominio del paradigma organicista de totalidad
social inclusive dentro de la propia teoría marxista. En otras palabras, el
evolucionismo que dominó tanto la teoría liberal como la marxista estuvo
asociado, en ambas, al presupuesto de una totalidad históricamente homogénea, a
pesar de que el orden articulado por el colonialismo no lo era. Por lo tanto,
advierte Quijano, la parte colonizada no estaba, en el fondo, incluida en esa
totalidad, es decir, los pueblos no occidentales estaban incluidos en esa
marcha histórica sólo como exterioridad, y el sentido y dirección del curso
histórico estaba dado por Europa.” (237)
Una
lógica histórica única, “como continuum evolutivo desde lo primitivo a lo
civilizado, de lo tradicional a lo moderno, de lo salvaje a lo racioanl, del
precapitalismo al capitalismo, con Europa siempre asumiendo el lugar de “espejo
del futuro de todas las demás sociedades y culturas” (238) “Éste es
precisamente el cuadro, el espejismo, la camisa de fuerza gnoseológica que
pretendo romper al proponer la categoría
de “pluralismo histórico”, con ánimo semejante al que en el pasado inspiró a
los antropólogos a proponer la idea de “relativismo cultural” como invención
capaz de devastar el monismo y unilateralismo de la racionalidad occidental” (238)
Quijano
propone que la alternativa para el blanqueamiento, y en oposición a la
identidad criolla, es una idea del mestizaje, que sintetiza en “lo cholo”. Los
ubica en dos artículos de Quijano, “Dominación y cultura” y “Lo cholo y el
conflicto cultural en el Perú” de 1964 y 1969 y luego en “Colonialidad del
poder, cultura y conocimiento en América latina” de 1980. La subjetividad
mestiza, lo cholo, resulta de la disolución y homogeneización impuestas a la
identidad indígena por la larga historia de relaciones entre la colonialidad y
la resistencia. Esta identidad social,
cultural y política nueva significaba, en las publicaciones tempranas de este autor, la posibilidad de
una reoriginilización de una subjetividad propia, peruana, en oposición a lo
“criollo-oligárquico” costeño y a lo “gamonal-andino”.
Se
opondrá a las tesis gilbertofreyrianas en Brasil que afirmaban la positividad
de la captura –secuestro, violación, apropiación, devoramiento- de lo africano
y de lo indígena por la codicia y la lujuria portuguesa. Quijano haría pasar la
idea de un sujeto unificador de la nación a partir de lo indígena, moderno y
andinocéntrico y autónomo. De todos modos no prosperó ese sujeto.
Por
último, hay una referencia a Javier Sanjinés que propone desestabilizar la
reificación del mestizo como identidad
consumada o consumable, y revelar el sueño desarrollista inalcanzable al que
responde. Tomando como referencia al líder katarista Felipe Quispe Huanca quien
plantea “hay que indianizar” y “el mestizaje me da asco”.
Luego
de estas referencias la autora planteará
que ante las políticas de la identidad, “es necesario reoriginalizarse de otra
forma, retomar los hilos de un panel histórico desgarrado, interrumpido por la
interferencia, la represión, la prohibición, la intrusión, la intervención, la
censura de la memoria, y su resultado: la larga, interminable clandestinidad de
los pueblos del continente y de africanos que a ellos se sumaron en las
múltiples trincheras de resistencia al poder colonial”241. Pero en un sentido
histórico no desarrollista, sino más bien de considerar que la historia es una
apuesta, en el más pascaliano de los sentidos, siguiendo en esto también a
Quijano.
Bibliografía:
Segato, Rita La
crítica de la colonialidad en ocho ensayos Y una antropología por demanda. Prometeo Libros Buenos Aires 2013.
No hay comentarios:
Publicar un comentario