jueves, 15 de enero de 2015

Performativdad del acto psicoanalítico

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Jorge Alonso

El presente trabajo contiene un recorrido acerca del carácter performativo del acto en Austin, Lacan, Foucault y Butler. Es una memoria del taller de psicoanálisis tal como puede verse en los anexos 1 y 2. Asimismo, reconoce la influencia del taller de psicoanálisis de la revista Opacidades, que se realiza en Buenos Aires. Pretende acercar cada uno de los ámbitos de indagación, manteniendo la pertinencia y heterotopía tanto del campo del lenguaje, del psicoanálisis, de la filosofía y de la teoría queer, para ver de qué modo dichas aproximaciones visualizan mejor el acto psicoanalítico. Este ejercicio parte de la suposición que Lacan otorga tal carácter al acto psicoanalítico. Este trabajo sin embargo, solo querría sacar provecho de mejorar la comprensión del acto psicoanalítico al contraste del performativo.

Argumento

El discurso de la gubernamentalidad permite localizar, en el campo de las prácticas sociales acerca de la subjetividad, unos actos, organizados por  taxonomías normalizantes y/o por el binarismo del género, entre otros, que imponen performatividades para los sujetos, a partir de prácticas biopolíticas de regulación social. Un saber supuesto de un sujeto, la ciencia, que puede desentrañar toda subjetividad inscribiéndola en clasificaciones, estructuras o distintas lógicas con efectos normalizadores.

¿Queda lugar para otros actos? Algunos proponen performances desde la subjetividad, en el psicoanálisis, en el género, en la política, en el arte. Es posible que otras prácticas,  no se inscriban tan fácilmente en órdenes previos y que sin embargo, se orienten de acuerdo a cierta verdad que surge de la singularidad de un sujeto.

El acto analítico, según el pensamiento de Lacan, que no está exento de caer en la normalización de las prácticas biopolíticas, por sus características sería posible que quede o no por fuera de ésta. Se trataría de un acto que haría de la verdad una estructura de ficción, una actuación que reconocería algunos momentos diferentes.   Incita al saber al sujeto acerca de su propia verdad, promueve una producción creativa del sujeto y define representaciones y actuaciones por parte del  analista. Se trataría de un acto que produciría un saber de menor alcance que aquel supuesto de la ciencia, más local, y lejos de lo universal.

La propuesta del taller es el estudio del acto analítico promovido por el psicoanálisis. Será puesto a prueba frente a otros actos. En primer lugar, la dupla parresía y performativo. La parresía, una dramática del discurso en el campo de la política,  en contraste con el performativo, en el discurso de la pragmática, plantea distintos valores del acto, la verdad y el sujeto. En segundo lugar, interpelado por actos corporales subversivos, que en las teorías del género se mencionan ciertos actos performativos subversivos, frente a las restricciones del esencialismo del género. Por último, algo de performance y arte.  
La talking cure de Freud estaría puesta en cuestión. En tiempos donde la psicopatologización predomina el campo psi, pero donde también se sostienen políticas de prácticas de salud mental con enfoque de derechos, el acto analítico en el centro de la mira.





Performativo en psicoanálisis

Entre los trabajos que hemos podido relevar en nuestro medio podemos ver que  Cellerino y Luttereau (2009) intentan articular la teoría lacaniana del acto analítico y  la teoría de los actos de habla donde encuentran como principal característica definitoria del acto analítico: “la autorreferencialidad constituyente de una transmutación del sujeto. La dimensión “actancial” del habla, intrínseca a la práctica lingüística y elucidada por la disciplina pragmática, se convierte en un ordenador lógico y clínico de la operación analítica” (SC y  LL;2008;228). Los autores se apoyan en el trabajo de Gabriel Lombardi (2008), Clínica de la autorreferencia. Cantor, Gödel, Turing, publicado por Letra Viva, en Buenos Aires. En tanto la revista Artefactos Nro.5, de ELP, en México se organiza temáticamente alrededor del comentario del libro de Shoshana Felman,  El escándalo del cuerpo hablante, publicado por ELP, escándalo -leemos en la presentación del libro- de la incongruente pero indisociable relación entre lenguaje y cuerpo; el escándalo de la seducción del cuerpo humano en tanto que habla; el escándalo de la promesa de amor por cuanto es, por excelencia, la promesa que no puede ser cumplida; el escándalo del animal que hace promesas en la medida en que lo que promete es precisamente lo insostenible". La revista Artefactos Nro.5 retoma la idea del escándalo de performativo del análisis. Ambos trabajos permiten situar la cuestión de los actos de habla y el acto del analista, en cierto modo en extremos entre el sujeto y la superficie del cuerpo. De un lado el performativo es constituyente, del otro lado el performativo es escándalo. De un lado, ordenador lógico y clínico y del otro, justamente pareciera lo contrario, seducción, promesa incumplida, insostenible, en tanto escándalo, más cercano a la trampa que desoculta, difama o no, que cercana a la verdad, en tal sentido no tan intrínseca.







El acto analítico

Acto analítico, carácter paradojal entre la función de saber y la producción. Seminario de un Otro al otro, sesión del 4 de junio de 1969 de Jacques Lacan

En la enseñanza de Jacques Lacan, en la sesión del 4 de junio de 1969, el autor comienza situando al acto psicoanalítico, y el campo. Respecto de este último, como campo del Otro con mayúscula, dice que es lo que está en juego alrededor del campo de apuesta de Pascal. En esa apuesta está en juego la promesa de la vida eterna. El campo de los filósofos, el del gran otro, el lugar de lo uno, de lo único. En este punto, dirá más que el dios de los judios, -si bien a Moisés le dice que soy el que soy y domina sobre su pueblo, no es único deduce Lacan- el dios de los católicos. El dios de los católicos sí es único, y en la continuidad del dios de los filósofos, se convierte en el principio de una razón suficiente. En el campo de aquel que sabe, y que en relación al acto psicoanalítico, sería algo así como que digan lo que digan existe el Otro que sabe lo que van a decir. El campo del sujeto supuesto saber.
Para Lacan el saber produce el objeto a, el otro  con minúscula. El acto analítico posee una doble producción. Por una parte mediante la incitación al saber, produce un saber, pero no solo eso sino que ese saber produce algo
Entonces, lo que nos interesa, porque es lo que el psicoanálisis ha revelado, es lo que se produce en el saber. Lo que se produce en el saber es lo que no se sospechaba antes del psicoanálisis, esto es el objeto a, en tanto que el análisis lo articula por eso que es, a saber, la causa del deseo, es decir, de la división del sujeto; de eso que introduce en el sujeto como tal, es decir, eso que el cogito enmascara, a saber, que al lado de este ser del cual él cree asegurarse, él es, esencialmente y desde el origen: falta. Es aquí donde recuerdo, donde retomo el plano por el cual he creído —el año pasado— deber introducir la paradoja del acto psicoanalítico; esto es, que el acto psicoanalítico se presenta como incitación al saber. (JL;1969;115)
En esta sesión va a referirse a una cuestión central del acto analítico comparándolo con el acto sexual. Dirá No hay acto sexual que efectue la relación sexual, no hay más que acto. Define de este modo otra vez una relación desigual entre el campo lógico de la relación en este caso y el campo del acto. Y este nunca va a producir la relación. No hay acto sexual que produzca una justa relación. “No hay relación sexual” tiene otro no hay y es que “no hay acto sexual”. Sin embargo, y el carácter paradojal se pone en evidencia, no hay más que actos para relación sexual. En el corazón del acto está la castración.
La relación sexual, eso que se llama seguramente con ese nombre no puede ser hecha más que por un acto. Esto es lo que me ha permitido anticipar estos dos términos: que no hay acto sexual, en el sentido en que este acto sería aquel de una justa relación y que, inversamente no hay más que el acto para hacer la relación. Lo que el psicoanálisis nos revela, es que la dimensión del acto, del acto sexual en todo caso, pero al mismo tiempo de todos los actos, lo que sería evidente después de mucho tiempo es que su dimensión propia es el fracaso. Es por eso que el corazón de la relación sexual —en el psicoanálisis—, en él, existe un signo que se llama castración. (JL;1969;116)
De vuelta al saber como medio de producción y trabajo, toma como referencia teórica a Marx en cuanto al capitalismo y a la cuestión del saber, como medio de producción y al trabajo
Lo que el saber produce. No he podido decirlo para no ir demasiado rápido, porque, en verdad, para que eso tenga un sentido, es necesario volver a ello donde más cerca y denotar aquí el relieve de esta dimensión que se articula como propiamente en la producción, esta dimensión que sólo un cierto proceso del progreso técnico nos ha permitido discernir, distinguir, como siendo el fruto del trabajo. ¿Pero es tan simple? ¿No parece que, como tal, lo que es producción se distingue de lo que siempre fue poiesis, fabricación, trabajo, nivel del alfarero?, es necesario que se haya autonomizado como tal, lo que se distingue muy bien en el capitalismo, a saber el medio de producción, en tanto es alrededor de eso que todo gira, a saber de quien dispone de ellos, de estos medios. Es por una homología tal que va a tomar su relieve lo que es función del saber y lo que es su producción. La producción del saber, en tanto que saber se distingue de la verdad por ser medio de producción y no solamente trabajo. (JL;1969;116)
                                           
El analista está en el medio del acto psicoanalítico,  incita e induce al saber, lo invita al encuentro del sujeto supuesto saber, pero va a representar la evacuación del objeto a, representa la hiancia, articulando la verdad en una estructura de ficción.
El psicoanalista, pues— y es allí que yo acentuaba el enigma y la paradoja del acto psicoanalítico— el psicoanalista en tanto que él induce, incita al sujeto, al neurótico en la ocasión, sobre ese camino donde él lo invita al encuentro de un sujeto supuesto saber, el psicoanalista, si es verdad que él sabe lo que es un psicoanálisis, y sabe como puede proceder allí, eso que se refiere a que, al término de la operación y de su en-sí-mismo, él analista va a representar la evacuación del objeto a, en esta incitación al saber que lleva a la verdad y que representa su hiancia, él elige devenir él mismo, la ficción rechazada. He anticipado aquí la palabra "ficción". Ustedes saben que desde hace mucho tiempo yo articulo que la verdad tiene estructura de ficción. (JL;1969;116)
El psicoanalista encarna la producción
lo que resulta de este modo de plantear la cuestión entre saber y verdad en el campo propio de una producción, de la cual, en suma, lo que ustedes ven, es que el psicoanalista, en tanto que tal, encarna, él mismo, esta producción …La toma (mise) del analista en la perforación del objeto a, gracias a su presencia pone frente a lo ininterpretable de la transferencia. En el lugar de actor, división espectador y coro. El lugar del analista. (JL;1969;116)
Es el psicoanalista quien está en el lugar, ciertamente, de lo que se goza sobre la escena trágica y es lo que da su sentido al acto psicoanalítico. Y por otra parte, es sorprendente que él renuncie a ello, que él no haga más que estar en el lugar del actor, en tanto que un actor basta, en sí, sólo, para sostener la escena de la tragedia. Esta división del espectador y del coro donde se modela y se modula la división del sujeto en el espectáculo tradicional, la he recordado el año pasado para designar lo que se refiere exactamente al lugar del analista. Otra paradoja del acto psicoanalítico es que este actor se borra, retomando lo que he dicho hace un momento del objeto a, él lo evita.
El acto psicoanalítico parte de la incitación al saber, a la producción de un saber que produce el objeto a. produce una división del sujeto, aquella que el cogito enmascara y que se enuncia como su verdad, la del deseo. La interpretación se dirige a un saber de menor alcance que el del gran otro, a un saber primitivo. La incitación al saber procede de la división entre saber y verdad, propia del profetismo de la tradición judía, de un dios que habla a través de sus profetas y que produce una verdad que hay que descifrar.
Esta intervención sobre el sujeto produce un saber de menor alcance.
Dicho todo lo anterior en esta sesión girará hacia la cuestión de la no relación sexual donde tampoco el acto psicoanalítico con su saber de menor alcance puede alojarse en la lógica, ni en la lógica definible y sexual, agregaría identitaria y binaria.
Y para ir rectamente porque, seguramente no podemos rehacer aquí todo el camino y lo que tengo que decir hoy es otra cosa que recorrer esto que se trata de la verdad, eso que se resume en que la cosa freudiana, es decir esta verdad— la cosa freudiana, esta verdad, es la misma cosa— tiene por propiedad ser asexuada, contrariamente a lo que se dice, a saber, que el freudismo es el pansexualismo.
Sólo que, como el viviente que es este ser por donde se vehiculiza una verdad, él, tiene función y posición sexual, resulta de ello algo que he tratado de articularles hace esta vez dos años y no uno solamente, a saber que no hay, en el sentido preciso de la palabra relación— en el sentido en que relación sería una relación lógicamente definible— no hay, justamente, ya que falta, lo que podría llamarse la relación sexual, a saber una relación definible como tal, entre el signo del macho y el de la hembra. (JL;1969;116)
La relación sexual puede ser hecha únicamente en un acto, Lacan agrega que no hay un acto justamente apropiado a la relación sexual, pero que sin embargo, se realiza en un acto, porque no hay más que actos para realizar la relación sexual. Es el argumento que plantea que no hay relación sexual. En la dimensión del acto se ubica el fracaso de la relación. Por otra parte, es el lugar de la castración, sumando este elemento.
Vuelve al saber y ahí va diferenciar algunos aspectos de carácter performativo, en tanto que el saber produce, está en el campo de la producción, del alfarero, de la poiesis (creación), de la fabricación. Ahí desprende el medio de producción, aquello que ha autonomizado el capitalismo, parece referirse en un sentido más preciso a la plusvalía, en un sentido marxista
En el psicoanalista se congregaran la función del objeto a, y el lugar del sujeto supuesto saber, donde el Otro, en tanto Uno, no existe. Más bien se organizará en relación a las funciones del objeto a.
Acerca de la relación entre el acto y la verdad, dirá Lacan que la verdad tiene una estructura de ficción, y que la verdad respecto del acto es que sí hay acto, entonces, no hay relación sexual. Del mismo modo el acto del psicoanalista, se produce en cierto enigma o paradoja, que recorre algunas formas:
-la incitación al saber como punto de partida, colocándose en el lugar del sujeto supuesto saber.
-la encarnación en el lugar de la producción, considerando en este punto la transferencia, y la repetición no del lado de la necesidad sino de la novedad.
-la actuación del psicoanalista, la toma (mise) de psicoanalista, la puesta en obra, la actuación, está como actor, en tanto que un actor basta  para sostener la escena de la tragedia.
-la evacuación del objeto a, donde el actor se borra paradojalmente en ese momento.
Por último se interroga acerca de este lugar del analista y si no se trata de un SCAPEGOST, un chivo emisario, en tanto que toma sobre sí el objeto a, destinado a ser evacuado. Sin embargo, establece en este punto una diferenciación con el masoquismo, apuntando que en el masoquismo, el masoquista se constituye en un verdadero AMO, la experiencia del que sí sabe naufragar y que goza de ello. Se convierte en el amo de su propio juego.
La diferencia con el psicoanalista está dada en que este SE HACE EL AMO. Y se hace en dos sentidos diferentes del HACE. Por un lado, como actor, representar a alguien y como producción en tanto que su actuación se orienta en el sentido de la producción de un saber, y la relación que vimos con el objeto a.



Aproximaciones y heterotoopías

Este resumen de la clase intenta presentar como en el acto psicoanalítico paradojal de por sí, la producción queda atada al saber. Un acto de saber es productor en el sujeto, productor de objetos, produce relaciones. Es posible en este punto preguntarnos si el performativo sería una forma de nombrar el acto psicoanalítico y además si posibilitaría ampliar nuestras herramientas que permitan volver al concepto de acto en Lacan. Se podría utilizar el concepto performativo para hacer referencia al acto psicoanalítico.
Una aclaración, parece que de la lectura de autores como Foucault y Butler, uno se encuentra con que de diversas formas llevan ideas, desarrollos teóricos hacia sus campos de indagación, las relaciones del sujeto y el poder, sujeto y la verdad en Foucault; en Butler el género y la teoría de Lacan sobre el espejo y la sexualidad. Nuestro movimiento es de algún modo el trabajo inverso, que consiste en llevar ideas, conceptos hacia una mejor comprensión del acto psicoanalítico. Las referencias que vamos a tomar de dos autores que de alguna forma toman un mismo concepto, lo performativo, lo explican y utilizan de un modo diverso, considerando tópicos próximos al acto psicoanalítico, como es la producción de verdad y podríamos decir de posición subjetiva; o la producción de género, de rasgo identitario de sujeto.


Acto y  lenguaje

Para Austin hay una ambigüedad en la distinción entre verbos realizativos y verbos constatativos. Tal frontera no está muy clara, al punto que la sola mención a tal o cual verbo que realice o que constate no deja las cosas en claro. Su punto de partida será que hay actos que se producen en el hablar.  “decir algo es hacer algo, al decir algo hacemos algo, porque decimos algo hacemos algo”.
El acto de decir algo, es la realización de un acto locutorio. El estudio de las expresiones, locuciones, de las unidades completas del discurso. Pero además, al mismo tiempo es un acto ilocutorio, en tanto se responda a la pregunta ¿de qué manera se esta usando la locución? Se pregunta Austin para definir lo ilocutorio: “¿de qué manera y en qué sentido estamos “usando” esta ocasión?” (JA;1998;143) Dirá que esta función es la fuerza, la fuerza ilocutoria, define un nuevo tipo de acto, que no se trata del significado que se da algo, o del modo en que se lo usa. Se dice algo, preguntando, advirtiendo, informando, anunciando, sentenciando, identificando, describiendo.
Al mismo tiempo que descarta la idea de significado, por ejemplo cuando trata del “significado de la oración”, por su carácter ambiguo. Del mismo modo la idea de “uso del lenguaje”. Respecto de los usos del lenguaje, hace referencia a usos tales como hacer una broma, o el uso poético, o la insinuación que quedarían por fuera de la definición de los actos del lenguaje en tanto que estos son convencionales. Actos hechos de conformidad con una convención.
Austin definirá un tercer tipo de acto, llamado perlocucionario donde se suma a la locución, a la fuerza ilocutoria, los efectos y consecuencias que la locución produce. Lo presenta de esta manera.
“Hay  un tercer sentido (C), según el cual realizar un acto locucionario, y, con él, un acto ilocucionario, puede ser también realizar un acto de otro tipo. A menudo, e incluso normalmente, decir algo producirá ciertas consecuencias o efectos sobre los sentimiento, pensamientos o acciones del auditorio, o de quien emite  la expresión, o de otras personas. Y es posible que al decir algo lo hagamos con el propósito, intención o designio de producir tales efectos. Podemos decir entonces, pensando en esto, que quien emite la expresión ha realizado ha realizado un acto que puede ser descripto haciendo referencia meramente oblicua (Ca), o bien no haciendo referencia alguna (Cb), a la realización del acto locucionario o ilocucionario. Llamaremos a la realización de un acto de este tipo la realización de un acto perlocucionario o perlocución.” (JA;1998;145)

Entre otros ejemplos podríamos tomar uno muy sencillo:
Dijo que… (acto locucionario)
Sostuvo que… (acto ilocucionario)
Me convenció acerca de que… (acto perlocucionario)
Habría pues de acuerdo a este autor sentidos, direcciones o clases de actos del lenguaje, los tres que hemos diferenciado


Acto y discursividad


En Michel Foucault, la parresía, tomada como  una dramática del discurso en el campo de la política,  en contraste con el performativo, en el discurso de la pragmática, plantea distintos valores del acto, la verdad y el sujeto.

Michel Foucault en el curso El gobierno de sí y de los otros, en las sesiones del 12 de enero de 1983 revisa el desarrollo que realizó y explicita su rumbo. Señala que hay tres ejes que orientan su trabajo: uno que va de la formación de los saberes a las prácticas de veridicción; otro que plantea la normatividad de los comportamientos y la tecnología del poder, y por último, el de la constitución de los modos de ser del sujeto a partir de las prácticas de sí. El propósito del curso lo define del siguiente modo:
“al plantear la cuestión del gobierno de sí y de los otros, querría intentar ver de qué manera el decir veraz, la obligación y la posibilidad de decir la verdad en los procedimientos de gobierno, pueden mostrar que el individuo se constituye como sujeto en la relación consigo y en la relación con los otros. El decir veraz en los procedimientos de gobierno y la constitución de [un] individuo como sujeto para sí mismo y para los otros: de eso querría hablarles este año”. (MF; 2009;58)
La parrhesía, “decirlo todo”,” hablar franco”, será la noción araña a partir de la que dará cuenta del propósito del curso.  En su recorrido citará el Tratado de las pasiones de Galeno donde se vincula el gnothi seautón, conócete a ti mismo y el cuidar de sí mismo. Para este significa un ejercicio laborioso a lo largo del tiempo y que no puede prescindir del juicio de los otros. Y precisa qué otros. Se trataría de un otro, un hombre, con edad suficiente y una reputación lo bastante buena y, además que estuviera dotado de una cualidad, la parrhesía, y que consistiría en el hablar franco.  Foucault hace una enumeración de los temas que se anudan a la parrhesía: “Cuidado de sí, conocimiento de sí, arte y ejercicio de sí mismo, relación con el otro, gobierno por el otro y decir veraz, obligación de decir la verdad de parte de ese otro” (MF,2009,61) Estas características de la parrhesía, la sitúan como una noción en la encrucijada de los tres ejes, el de la obligación de decir la verdad, los procedimientos y técnicas de la gubernamentalidad, y la constitución de la relación consigo mismo. Precisamente en el tratado de Filodemo dirá, esta noción no está planteada de manera identificable, pero es un tema que corre de un sistema a otro.
Continúa presentando la parrhesía y en su búsqueda bibliográfica encontrará referencias en textos contemporáneos pero con un uso en el campo de la política y en el de la religión, pero no en el campo de la dirección de la conciencia individual.
Detallará como aparece sobre todo el tema en la edad antigua desde Platón, pasando por varios autores hasta Séneca, si bien con un uso muy extendido entre esos periodos, pero donde queda precisado un uso en la práctica de la dirección individual.
Sin embargo no deja de plantearse el uso de la dirección individual en relación a la política y a la educación del príncipe.  Responde a las preguntas acerca de qué tipo de discurso permitiría al príncipe cuidar de sí mismo, encargarse de sí mismo y también de aquellos a quienes gobierna. La idea de un maestro con su decir veraz pasa a la obligación por parte de discípulo de decir lo que es real de sí mismo al maestro.
Menciona además que hay algunos deslizamientos de la noción que le asignan un valor ambiguo, por ejemplo el valor de la parrhesía asignado por la escuela cínica, o el hablar demasiado de uno mismo en la espiritualidad cristiana.
Se detiene y cita a Plutarco, donde aparece el joven Dión, cuñado del tirano de Siracusa, y además discípulo de Platón, quien acerca a este al tirano, con poco éxito. Platón le da su parecer sobre como gobernar y cae en la cuenta y le dice en la cara al tirano, que solo un hombre de bien podría hacerlo dándole a entender que no lo era. Le vale a Platón ser vendido como esclavo. Dión utiliza la parrhesía frente al tirano a quien reprueba por su forma de actuar. Foucault toma esta escena como ejemplar de la parrhesía. Un hombre se para frente al tirano y le dice la verdad, no tiene la actitud de los cortesanos que se ríen de las cosas que hace el tirano  y lo adulan todo el tiempo. La escena que no plantearemos en su extensión, le permite a Foucault extraer algunas definiciones acerca de lo que no es la parrhesía.  No es solo una forma de demostrar, ya que significa un modo de apelación a un comportamiento. No es una persuasión, una retórica, porque no hay un intento de decir las cosas a través del arte persuasivo. Más bien es cercano a la ironía, el insulto o la crítica. No es una pedagogía, en tanto que arroja una verdad a la cara con toda la violencia posible. No es una disputa o querella, ya que el tirano se impone por la violencia y no por las razones.
Por fin, concluye Foucault, se trata de resaltar el aspecto del decir veraz de la parrhesía y los efectos que acarrea sobre el sujeto del decir.
El riesgo que el decir veraz plantea para el locutor mismo. La parrhesía debe buscarse en el efecto  que su propio decir veraz puede producir  en el locutor a partir del efecto que genera en el interlocutor. Para expresarlo de otra manera, decir la verdad en presencia de Dionisio, el tirano que se encoleriza, es abrir para quien  la dice cierto espacio de riesgo, plantear un peligro en el que la existencia  misma del locutor  va a estar en juego, y eso constituye la parrhesía.         (MF;2009;74)

La parrhesía como contraejemplo del enunciado performativo. Foucault toma el performativo de Austin, y aclara que un enunciado performativo se produce bajo determinado contexto, institucionalización, en una situación definida, donde el individuo formula un enunciado, cuya enunciación misma produce la cosa enunciada.
Relaciona el performativo y la parrhesía como contrarios desde la previsibilidad o no del resultado esperado
“hay una diferencia, que es capital y decisiva. Y es que, en un enunciado performativo, los elementos que se dan en la situación son tales que, una vez proferido el enunciado, se sigue un efecto, un efecto conocido de antemano, regulado de antemano, un efecto codificado que es precisamente aquello en que radica el carácter performativo del enunciado. Mientras que en la parrhesía, al contrario, sea cual fuere el carácter habitual, familiar, casi institucionalizado de la situación en la cual se efectúa, la introducción, la irrupción del discurso verdadero determina una situación abierta o, mejor, abre la situación y hace posible una serie de efectos que, justamente, son desconocidos. La parrhesía no produce un efecto codificado: abre un riesgo indeterminado”. (MF;2009;79)

Lo mismo va a ocurrir desde la perspectiva del status del sujeto de la parrhesía y del performativo, en el performativo el enunciado debe enunciarse sin más, por alguien que tenga el poder de realizarlo (sacerdote que bautiza), más allá de que esté convencido. En el acto parresiástico, hay una formulación de la verdad doble. Primero debe pronunciarse como en el performativo, pero además debe adherir a la verdad proferida. Esta afirmación de la afirmación, enfrentar al tirano, de pie y diciéndolo, tiene el carácter de desafío, de ritual solemne del decir veraz en el cual el sujeto compromete lo que piensa en lo que dice, en el cual atestigua la verdad de lo que piensa en la enunciación de lo que dice. Un pacto dirá Foucault del sujeto hablante consigo mismo. Dirá que este pacto parresiástico liga contenido del enunciado y al acto de enunciarlo. “soy quien habrá dicho esto”.  (creo que aquí se esconde algo de la idea performativa de Butler, en el sentido que el acto es el que construye la identidad)
El tercer contraste está dado en que en  el performativo es necesario el status del que enuncia, mientras que en el enunciado parresiástico, el parresiástico es quien hace valer su propia libertad de individuo que habla. No hay determinación de sujeto, circunstancia o lo que sea sino libertad del acto por el cual el sujeto dice la verdad, hay coraje. Coraje en tanto que un ejercicio de la libertad es un ejercicio peligroso de la libertad. En tanto que es posible que se produzca un efecto rebote sobre el parresiasta (Platón vendido como esclavo por decirle al tirano lo inconveniente)
Tal contraste le permite distinguir la pragmática del discurso de la dramática del discurso.
La pragmática surge del estudio de las modificaciones en el sentido producidas por lo que ya ha sido mencionado, del status del sujeto, de la situación, de la forma del enunciado, y cabe exactamente al análisis del performativo. La dramática del discurso sería de qué manera el acontecimiento, la enunciación, puede afectar el ser del enunciador. Dirá Foucault que:
“el análisis de la parrhesia es el análisis de esa dramática del discurso verdadero que pone de manifiesto el contrato del sujeto hablante consigo mismo en el acto del decir veraz. Y creo que, de este modo, podríamos hacer todo un análisis de la dramática y las diferentes formas de dramáticas del discurso verdadero: el profeta, el adivino, el filósofo, el sabio. Sean cuales fueren en concreto las determinaciones sociales que pueden definir [su] estatus, todos ellos hacen jugar, de hecho, cierta dramática del discurso verdadero, es decir que tienen cierta forma de ligarse, en cuanto sujetos, a la verdad de lo que dicen. Y está claro que no se ligan de la misma manera a la verdad de lo que dicen, según hablen como adivinos, según hablen como profetas, según hablen como filósofos o según hablen como sabios dentro de una institución científica. Creo que ese modo muy diferente de lazo del sujeto con la enunciación misma de la verdad abriría el campo para estudios posibles sobre la dramática del discurso verdadero.” (MF;2009;84-5).
















Acto y género


Actos corporales subversivos,  y actos performativos subversivos, frente a las restricciones del esencialismo del género, en Judith Butler.

Judith Butler, en El género en disputa, el feminismo y la subversión de la identidad, obra anunciada en la publicación de la cual nos servimos como fundadora de la teoría queer, acerca de los estudios de género, en el marco de los estudios del feminismo, plantea el carácter constructivo del género, y en ese sentido la importancia que va a tomar el acto performativo en relación al género.
Vamos a tomar un punto del capítulo, Actos corporales subversivos, donde estudia a Kristeva, Foucault y Wittig. En el último apartado llamado Inscripciones corporales, subversiones performativas se pregunta  “¿en qué sentido es el género un acto?” y va ir dando precisiones de las relaciones que plantea entre el género y el acto.

En primer lugar tomando a Victor Turner en el libro Conocimiento local, ensayos sobre la interpretación de las culturas, localizará la repetición del acto y dirá que del mismo modo que  en otros dramas sociales rituales, “la acción de género exige una actuación reiterada, la cual radica en volver a efectuar y a experimentar una serie de significados ya determinados socialmente, y ésta es la forma mundana y ritualizada de su legitimación."

En segundo lugar, cierto carácter público, o de acción pública al tomar la forma de un estilo. Aunque haya cuerpos individuales que desempeñan estas significaciones al estilizarse en modos de género, esta «acción» es pública. Esas acciones tienen dimensiones temporales y colectivas y su carácter público tiene consecuencias.

En tercer lugar, lo anterior lo considera como un modo de preservar el género dentro de su marco binario, a la vez que afianza al sujeto, al decir que  “aunque no puede considerarse que tal objetivo sea atribuible a un sujeto, sino, más bien, que establece y afianza al sujeto”.

En cuarto lugar, considera al género como una identidad débilmente formada en el tiempo, el género no es una identidad estable o un sitio donde se funde la capacidad de acción y de donde surjan distintos actos. Una identidad que va a ser  instaurada en un espacio exterior mediante una reiteración estilizada de actos.

En quinto lugar, el género como temporalidad social constituida como realización performativa, al decir que el efecto del género se crea por medio de la estilización del cuerpo y, por consiguiente, debe entenderse como la manera mundana en que los diferentes tipos de gestos, movimientos y estilos corporales crean la ilusión de un yo con género constante. Este planteamiento aleja la concepción de género de un modelo sustancial de identidad y la sitúa en un ámbito que exige una concepción del género como temporalidad social constituida. Resulta revelador que si el género se instaura mediante actos que son internamente discontinuos, entonces la apariencia de sustancia es exactamente  eso, una identidad construida, una realización performativa en la que el público social mundano, incluidos los mismos actores, llega a creer y a actuar en la modalidad de la creencia.

En sexto lugar, el género es una significación de superficie y no de base, argumenta que “el género también es una regla que nunca puede interiorízarse del todo; es una significación de superficie, y las normas de género son, en definitiva, fantasmáticas, imposibles de personificar. Si la base de la identidad de género es la reiteración estilizada de actos a través del tiempo y no una identidad supuestamente inconsútil, entonces la metáfora espacial de una «base» se desplazará y se convertirá en una configuración estilizada, en realidad, una corporalización del tiempo marcada con el género. El yo con un género constante revelará entonces estar organizado por actos reiterados que desean acercarse al ideal de una base sustancial de identidad, pero que, en su discontinuidad eventual, manifiesta le falta de base temporal y contingente de esta «base».”

En séptimo lugar, la relación arbitraria de los actos en relación al género, le permite decir que las probabilidades de transformación de género radican precisamente en la relación arbitraria entre tales actos, en la opción de no poder repetir, una de-formidad o una repetición paródica que demuestra que el efecto fantasmático de la identidad constante es una construcción políticamente insuficiente.

En octavo lugar, dirá que los atributos de género no son expresivos sino performativos, entonces estos atributos realmente determinan la identidad que se afirma que manifiestan o revelan.
La autora establece la distinción en este punto  entre expresión y performatividad como crucial. Los géneros total y radicalmente increíbles.

Si los atributos y actos de género, las distintas formas en las que un cuerpo revela o crea su significación cultural, son performativos, entonces no hay una identidad preexistente con la que pueda medirse un acto o un atributo; no habría actos de género verdaderos o falsos, ni reales o distorsionados, y la demanda de una identidad de género verdadera se revelaría como una ficción reguladora. El hecho de que la realidad de género se determine mediante actuaciones sociales continuas significa que los conceptos de un sexo esencial y una masculinidad o feminidad verdadera o constante también se forman como parte de la estrategia que esconde el carácter performativo del género y las probabilidades performativas de que se multipliquen las configuraciones de género fuera de los marcos restrictivos de dominación masculinista y heterosexualidad obligatoria. Los géneros no pueden ser ni verdaderos ni falsos, ni reales ni aparentes, ni originales ni derivados. No obstante, como portadores creíbles de esos atributos, los géneros también pueden volverse total y radicalmente increíbles.  (JB;2007;275)



Conclusiones

Retomando aquello que habíamos señalado acerca de la relación sexual y el acto sexual, en tanto que solo el acto efectúa la relación sexual, dado que la relación sexual no es una relación lógica definible. Dicho argumento, separa la lógica y el acto. Ahora la relación sexual como se la precisa? Guy Le Gaufey, viene desarrollando una línea argumental a partir de los libros La incompletud de lo símbólico y de Hiatus sexualis La no relación sexual según Lacan, donde analiza lo simbólico, el universal y la serie de los “no hay”, no hay universo de discurso, no hay otro del otro, no hay relación sexual, en el último caso donde cita un párrafo de la sesión del 4 de junio de 1969, del seminario de Jacques Lacan, De un Otro al otro,   va a decir algo más, no sólo no hay relación lógica definible entre los sexos, sino que va a decir que tampoco hay acto sexual. No hay acto sexual que precise una relación que no es lógicamente definible. Pero, va a decir, que sí de un modo contingente, pero irremediable, solo a través del acto podría definirse de algún modo la relación sexual. En el nivel lógico no es posible lo que sí va a ser desde el lado del acto. La efectuación de la relación sexual a través del acto. El acto por lo tanto, no es que se inscribe en la relación sexual, como si pudiésemos decir, que se actualiza la relación sexual en el acto sexual. El acto sexual efectúa por sí algo de la relación sexual, el acto es primero respecto de la relación.
Lacan toma el argumento anterior para explicar el acto psicoanalítico. En el acto psicoanalítico no se inscribe en las coordenadas del Otro, del Sujeto supuesto saber, del sujeto que sabe todo de ante mano, acerca de lo que pueda decirse en un análisis. Es el acto psicoanalítico a través de la operación que vimos como describía Lacan más arriba, que se convierte en productor de efectos.
Este acto, es semejante, mantiene un aire de familia, con la idea de un acto que produce el género, más que expresarlo, donde podríamos decir que el acto y no el género es performativo.  Este acto tiene algo que ver con el acto de la parreshía, del coraje de decir la verdad, que se diferencia del performativo, o en otro sentido de los adulones del tirano, produciendo efectos sobre el gobierno de sí. También tiene algo con los actos de habla, entre los actos locutorio/ilocutorios y los perlocutorios, en tanto este último produce algo más de lo que los otros expresan.




Bibliografía


Austin J.  Palabras y acciones.cómo  hacer cosas con palabras. Paidós. 1998(1955) Buenos Aires. Conferencias 8, 9 y 10. Páginas 138 a 178.
Butler Judith, El género en disputa. Paidós 2007 Barcelona. Capítulo 3. Actos corporales subversivos.  Página 173 a 277.
Cellerino Sergio y Lutereau Luciano, Acto analítico y actos de habla (speech acts). Psicoanálisis y pragmática lingüística. Desde el Jardín de Freud [n.° 9, Bogotá, 2009] issn: 1657-3986, pp. 223-228.
http://www.revistas.unal.edu.co/index.php/jardin/article/view/12235/12866
Foucault Michel.  El gobierno de sí y de los otros. FCE Buenos Aires. 2009.  Clases del 12 de enero de 1983. Páginas 57 a 89.
Lacan Jacques. Seminario De un Otro al otro. 4 de junio de 1969. Versión PDF Psikolibros en línea.
Le Gaufey, Guy.  Hiatus sexuales La no-relación sexual según Lacan. Traducción Mattoni Silvio. El cuenco de plata. Buenos Aires 2013. Capítulo II La lenta eclosión de la fórmula. La serie de los  “no hay”. Pág.33 a 54.
Opacidades, revista de psicoanálisis 8. No va de suyo que… ELP. Buenos Aires 2014.





Anexo 1

Taller de psicoanálisis
Título
Lecturas y comentarios en referencia al carácter performativo del acto, en la práctica del psicoanálisis. Butler, Foucault y Lacan

Argumento
El discurso de la gubernamentalidad permite localizar, en el campo de las prácticas sociales acerca de la subjetividad, unos actos, organizados por  taxonomías normalizantes y/o por el binarismo del género, entre otros, que imponen performatividades para los sujetos, a partir de prácticas biopolíticas de regulación social. Un saber supuesto de un sujeto, la ciencia, que puede desentrañar toda subjetividad inscribiéndola en clasificaciones, estructuras o distintas lógicas con efectos normalizadores.
¿Queda lugar para otros actos? Algunos proponen performances desde la subjetividad, en el psicoanálisis, en el género, en la política, en el arte. Es posible que otras prácticas,  no se inscriban tan fácilmente en órdenes previos y que sin embargo, se orienten de acuerdo a cierta verdad que surge de la singularidad de un sujeto.
El acto analítico, según el pensamiento de Lacan, que no está exento de caer en la normalización de las prácticas biopolíticas, por sus características sería posible que quede o no por fuera de ésta. Se trataría de un acto que haría de la verdad una estructura de ficción, una actuación que reconocería algunos momentos diferentes.   Incita al saber al sujeto acerca de su propia verdad, promueve una producción creativa del sujeto y define representaciones y actuaciones por parte del  analista. Se trataría de un acto que produciría un saber de menor alcance que aquel supuesto de la ciencia, más local, y lejos de lo universal.
La propuesta del taller es el estudio del acto analítico promovido por el psicoanálisis. Será puesto a prueba frente a otros actos. En primer lugar, la dupla parresía y performativo. La parresía, una dramática del discurso en el campo de la política,  en contraste con el performativo, en el discurso de la pragmática, plantea distintos valores del acto, la verdad y el sujeto. En segundo lugar, interpelado por actos corporales subversivos, que en las teorías del género se mencionan ciertos actos performativos subversivos, frente a las restricciones del esencialismo del género. Por último, algo de performance y arte.  
La talking cure de Freud estaría puesta en cuestión. En tiempos donde la psicopatologización predomina el campo psi, pero donde también se sostienen políticas de prácticas de salud mental con enfoque de derechos, el acto analítico en el centro de la mira.

Bibliografía
Austin J. Palabras y acciones. ¿Cómo hacer cosas con palabras? Conferencias 8, 9 y 10. Páginas 138 a 178.
Butler Judith, El género en disputa. Paidós 2007 Barcelona. Capítulo 3. Actos corporales subversivos.  Página 173 a 277.
Foucault Michel.  El gobierno de sí y de los otros. FCE Buenos Aires. 2009.  Clases del 12 de enero de 1983. Páginas 57 a 89.
Lacan Jacques. Seminario De un Otro al otro. 4 de junio de 1969. Versión PDF Psikolibros en línea.
Le Gaufey Hiatus sexuales La no-relación sexual según Lacan. Traducción Mattoni Silvio. El cuenco de plata. Buenos Aires 2013. Capítulo II La lenta eclosión de la fórmula. La serie de los  “no hay”. Páyog.33 a 54.
Opacidades, revista de psicoanálisis 8. No va de suyo que… ELP. Buenos Aires 2014.
Maingueneau, D.  Introducción a los métodos de análisis del discurso. Hachette. Buenos Aires 1980 Los actos de lenguaje los performativos. Páginas 145-156.

Cuatro  reuniones
4 de octubre de 2014. “Acto performativo y acto analítico”
18 de octubre de 2014. “Parresía y performativo, comparación entre discurso dramático y discurso pragmático”
15 de noviembre de 2014. Género y performativo en la teoría queer”
6 de diciembre de 2014. “Acto analítico”
+ info
Confitería La Genovesa, Rivadavia 351, en Junín. Sábados de 11 a 13 horas. Taller de psicoanálisis. Jorge Alonso. Acompañan Claudia Álvarez y Yesica Troilo.  Invitación abierta a quienes estudian y realizan la práctica del psicoanálisis.
Contacto: Jorge Alonso Tel 0236 154459105