lunes, 20 de noviembre de 2017

"Mandar obedeciendo" o "desobedecer mandando"


Estudios decoloniales de Junín
Reunión del sábado 25 de noviembre de 2017 
Jorge Alonso, Mateo Ciampagna, Laura Tortoriello, Mauricio Madrea, Claudia Alvarez, Gastón Violapriori
Librería GEA, Junín



Mandar obedeciendo o desobedecer mandando

Santiago Castro Gómez realiza una crítica a la potentia y la potestas de EnriqueDussel. Tomaremos algunos párrafos para hacer lugar a una discusión entre ambos sobre el poder institucional, o potestas de Dussel y sobre el poder obedencial de este mismo autor. La primer crítica surge del alcance que se le da a la potestas o poder institucional o sociedad política, en relación a la potentia, como poder fundante y originario. Según Castro Gómez no se agota este último en la potestas y hay un remanente que lo ubicaría en la sociedad civil. La segunda crítica sobre el poder obedencial, reside en que ante la postura antagónica de Dussel de “mandar obedeciendo” (forma legítima) y “mandar mandando” (forma fetichizada), Castro Gómez ubicará una tercera forma, que radicará en la sociedad civil y que denomina el “desobedecer mandando”.

Argumento extenso de la reunión con la cita de los autores

Sobre el poder institucional como potestas, Dussel va a decir que, la necesaria institucionalización del poder de la comunidad, del pueblo, constituye la potestas. La comunidad institucionalizada crea mediaciones para su posible ejercicio. La escisión entre potentia y potestas es la escisión entre el poder de la comunidad política como sede, origen y fundamento, es decir el nivel ontológico, que permanece oculto; y la diferenciación heterogénea de funciones por medio de instituciones que permiten que el poder se haga real, empírico y factible, marca la aparición prístina de la política. Esta escisión hará posible todo el servicio político y será también el peligro supremo como origen de todas las injusticias y dominaciones.
"El ser deviene el ente y entra a la historia de la justicia y sus opuestos. El anarquista sueña con el paraíso perdido del poder indiferenciado en-sí de potentia (donde no hay posible injusticia); el conservador adora el poder fijado y dominado como potestas (y en tanto se ejerce el poder institucionalizado como dominación). La política será la larga aventura del uso debido (o corrompido) de la potestas" (ED;2006,30)

Dice Castro Gómez que una sociedad jamás será democrática cuando el ejercicio de la potestas se limite únicamente a tener la hegemonía del estado y ejercer influencia sobre el parlamento, los aparatos de justicia, las políticas públicas, los partidos, etc. La hegemonía democrática debe disputarse primariamente en el seno de la sociedad civil, y aquí radica el gran aporte de Gramsci. A diferencia de Gramsci, pero también de Laclau y Dussel, di que la hegemonía del sentido común en la sociedad civil no exige necesariamente el paso hacia la hegemonía del poder en el sistema político. Y aunque lo haga (como ha sido el caso de los nuevos regímenes de izquierda en América latina), siempre será importante conservar una autonomía relativa de la sociedad civil que permita la crítica de las instituciones representativas, a fin de impedir la fetichización de la hegemonía lograda en el sistema político.

Sobre el poder obedencial, Dussel dice que la delegación de la potentia a la potestas, divide a su vez dos formas. El poder obedencial, el mandar obedeciendo y el poder fetichizado, del que manda mandando.
En primer lugar, positivamente, como poder obedencial (del que manda obedeciendo, que en conocido texto indica: “El que quiera ser autoridad hágase servidor”… servidor de todos. En este caso el ejercicio delegado del poder se cumple por vocación y compromiso con la unidad política, con el pueblo. (ED;2006,38)
En segundo lugar, negativamente, como poder fetichizado (del que “manda mandando”) que es condenado, bajo la advertencia de que son aquellos que se consideran gobernantes, cuanto dominan a los pueblos como si fueran patrones, son los poderosos que hacen sentir su autoridad. En este caso el ejercicio autorreferente del poder se cumple para beneficio del gobernante, de su grupo, de su “tribu”, de su sector, de la clase burguesa. El representante sería un burócrata corrompido que da la espalda y oprime a la comunidad política, al pueblo. (ED;2006,38 y 39)
Castro Gómez plantea que la potentia jamás puede reducirse o disolverse en la potestas. La positividad hegemónica que pueda lograrse a nivel de la sociedad política, no hace perder la negatividad de la sociedad civil. En tanto que los valores que producen la legitimidad, que surgen de la potentia y se vuelcan en la potestas, y que deben obedecerse, implica que en el ámbito de la sociedad civil esos mismos valores puedan ser resguardados e incluso que haya desobediencias sectorizadas que recuerden a los representantes cuál es el mandato popular que han recibido. Aquí el autor difiere con Dussel y postula el “desobedecer mandando”
Hay entonces que “desobedecer mandando” y no sólo “mandar obedeciendo”, como propone Dussel. Pues “mandar” no significa únicamente tener a disposición los aparatos del Estado (mediante el triunfo de un “partido progresista”), sino ganar articuladamente la hegemonía del sentido común a través de aparatos no estatales que empoderan la desobediencia: medios de comunicación alternativos, redes sociales, organizaciones barriales y escolares, centros de educación, instituciones comunales. A través de éstos y otros aparatos , es posible no sólo deconstruir a largo plazo los pliegues nodalizados del sentido común, sino también ir reconstruyendo una “voluntad general” que se vuelva cada vez más intolerante frente a manifestaciones públicas o privadas de racismo, sexismo, homofobia, machismo, etc. La potestas se ejercerá en la sociedad civil cuando el combate frente a las certezas ideológicas del mundo de la vida sea capaz de obtener la hegemonía del sentido común. Cuando golpear a una mujer, discriminar a un indígena, agredir a un homosexual, sean acciones reprobadas por la mayoría de los ciudadanos. Desde luego que esta hegemonía de la sociedad civil debería traducirse en el logro de una hegemonía en la sociedad política que inicie un combate organizado contra la desigualdad a nivel de los aparatos del Estado… Pero las dos cosas no van necesariamente juntas como aún pensaba Gramsci. No existe ninguna necesidad teleológica, ni dialéctica, ni racional, que asegure de antemano un vínculo entre las dos instancias. La potentia de una, no tiene por qué reflejarse necesariamente en la potestas de la otra. (SCG, 2015,394 a 6)



Bibliografía
Castro Gómez, Santiago. Revoluciones sin sujeto, Slavoj Zizek y la crítica del historicismo posmodermo. Akal, 2015, México.
Dussel, Enrique. 20 tesis de política. Siglo XXI: Centro de Cooperación regional para la Educación de Adultos en América Latina y el Caribe, 2006, México.