miércoles, 11 de enero de 2012

Micropolítica de la subjetividad. Espacio-taller. Valeria Miguel y Ricardo Gómez.

Desde hace algunos años transitamos diferentes espacios de pensamiento y acción en relación a la construcción de subjetividades. A veces cuando hablamos de constitución subjetiva lo hacemos pensando a la subjetividad en términos de la vida personal o individual, reducida a un pequeño territorio, y perdemos de vista toda la dimensión colectiva que la comprende. La subjetividad está entramada y atravesada por múltiples aspectos: políticos, ideológicos, económicos, biológicos, culturales, tecnológicos; para abordarla necesitamos entender como funciona esta construcción.
Encontramos que las ideas de pensadores como Deleuze, Guattari, Spinoza y Nietzsche entre otros, nos ofrecen herramientas para comprender y accionar sobre la realidad. No podemos accionar sobre algo si no entendemos como funciona, ¿cómo vamos a trabajar sobre la máquina si no sabemos como prenderla?... Entonces para poder accionar sobre una realidad tenemos que saber como está funcionando.
Claramente toda realidad tiene una filosofía que la sostiene y va modelando las subjetividades con una determinada manera de pensar, de existir, de sentir y de percibir el mundo. Un modo de pensamiento es un modo de vida. Es una manera de existir, no es una abstracción, es la forma en que nos agenciamos en nuestra realidad. Podemos estar dentro de una corriente filosófica sin saberlo: habitando saberes, reproduciendo discursos, siendo inmigrantes de un espacio ajeno pero conocido.
Muchas veces las certezas transmitidas social y culturalmente obturan la posibilidad de pensar desde otros lugares desconociendo que no hay una verdad única, sino múltiples verdades. Depende de cual sea la verdad que resuene en nosotros es como vamos a construir nuestra vida ya que el pensar es una capacidad que piensa de acuerdo a lo que le demos de pensar.
Nuestro recorrido nos posibilitó la construcción de un dispositivo de encuentro para la lectura y el intercambio, un espacio para el pensamiento en el que pretendemos que los textos escriban algo en uno, dejen una afectación o una marca, donde en el devenir del juego el texto afecte al lector.
El microespacio, como lo llamamos, se armó como un lugar de encuentro y producción para pensar las codificaciones sociales que atraviesan los modos de subjetivación en la actualidad haciendo un recorrido por las significaciones instituidas de nuestra cultura que acompañan a la construcción y la práctica de una clínica psicológica. Un espacio micropolítico, que suma a nuestra caja de herramientas un campo de saber que es a la vez ciencia y también arte, política y también filosofía. Un campo de experimentación clínica y conceptual capaz de abordar la complejidad de la subjetividad para poder comprender algo de la vida que nos toca hoy.
¿Por qué micro? Porque hace tiempo nos dimos cuenta que lo micro es lo que impregna, que lo micro es lo que marcha, lo que hace ruido de una forma sutil, lo que hace máquina. El funcionamiento-máquina es necesario para reunirnos, para generar ideas, para crear, recrear e inventar espacios. No podemos hacer máquina con cualquier persona o con cualquier cosa. Previo a la máquina tiene que haber un encuentro, y eso es lo que posibilitan estos y otros tantos espacios.
El microespacio es un intervalo para hablar de los movimientos que nos llevan de un lugar subjetivo a otro, de las líneas de fuga, de caos, de realidades; de desarmarlas, de construirlas, de pensarlas. De los contagios de afectaciones, de textos actuales y textos antiguos que son totalmente actuales, de máquinas de guerra y de nuestras máquinas deseantes. Un espacio que no reafirma las certezas, sino que las toma para poder desarmarlas y hacerlas estallar. Se ponen en juego en el microespacio lineas de trabajo micropoliticas que abordan esta experimentación potenciando el encuentro, el sentir y la afectación a partir de los conceptos y lecturas que nos van atravesando.
Nuestra subjetividad occidental está careciendo cada vez mas de afectación, de cuerpo, de encuentros, de lazos, de redes, y si hablamos de una subjetividad colectiva en la que se coartan los espacios de producción que van siendo reemplazados por otros, más o menos virtuales, más o menos reales, una posibilidad de producir subjetividad es a través de la potencia del encuentro, haciendo máquina con otros.
Hacer máquina con otros se vuelve cada vez más una necesidad para poder transitar la realidad de una manera potente, agrupándonos para salir del propio desierto y recorrer otros generando mezclas e invenciones. Entre el encuentro y la producción aparece un espacio para el devenir. El desafío no es sólo pensar lo pensado, sino pensar para producir lo nuevo. El desafío es producir lo aún no pensado y sentir lo aún no sentido.

Ricardo Luis Gómez
Valeria Soledad Miguel

diciembre 2011