Jorge
Alonso
Del
gobierno de los vivos
presenta el problema siguiente: el poder que se ejercita va acompañado de una
manifestación de la verdad. El curso de
sus estudios de los años anteriores cambia. La biopolítica que había condensado
en una síntesis lo elaborado anteriormente queda en suspenso. El gobierno de
las poblaciones es tomado en el costado de la necesidad de manifestar la verdad
en el gobierno. Para ello va a recurrir a la antigüedad y a los comienzos del
cristianismo. La subjetivación de la verdad pasará a ser el tema central en del gobierno de los vivos. ¿Cómo
manifestar subjetivamente la relación con la verdad? La verdad que se desdobla
y completa. Lo oracular y los testimonios en la tragedia griega, la aleturgia.
La fe y conversión en el cristianismo.
1
El
arte de gobernar y la manifestación de la verdad. Aleturgia
Clase del 9 de enero de 1980. El
cielo y el suelo. Septimio Severo y Edipo. El primero, tiene su cielo
estrellado. El segundo, sus propio pasos en el suelo, dos formas de
manifestarse la verdad, tanto en su desciframiento, como en el desenlace de los
acontecimientos.
Septimio Severo hizo representar
exactamente el cielo de su nacimiento en la sala de justicia. Trataba de
inscribir las sentencias particulares y
coyunturales que él dictaba dentro del sistema mismo del mundo, y mostrar que
el logos que regía ese orden del mundo y que había regido su nacimiento era el
mismo que organizaba, fundaba y justificaba las sentencias pronunciadas por él.
Mostrar que su reino se había fundado en los astros. Mostrar que su fortuna era
segura, inaccesible, fatal e inevitable.
Lo que se manifestaba aquí, abajo, como poder podía descifrarse como
verdad en la noche del cielo. Septimio sucedió a Marco Aurelio, el estoico que
había intentado plasmar su gobierno en el orden manifiesto del mundo. Septimio
acudió al orden de los astros.
Edipo era aquel que tenía su
destino, no encima de la cabeza, en un cielo estrellado representado en su
techo, sino, atado a los pies, atado a sus pasos, atado al suelo y a los caminos
que iban de Tebas a Corinto y de Corinto a Tebas. Tenía bajo los pies un
destino que nadie conocía.
Lo anterior parece ejemplificar
claramente que el poder se ejercita acompañado de una manifestación de la
verdad. Y la manifestación de la verdad desborda los conocimientos que son
útiles para el gobierno. Hay un ritual de manifestación de la verdad. El nombre
griego es aleturgia, y la definirá
así: “conjunto de procedimientos posibles, verbales o no, por los cuales se
saca a la luz lo que se postula como verdadero en oposición a lo falso, lo
oculto, lo indecible, lo imprevisible, el olvido” (MF,2014,24) El ejercicio del
poder es la hegemonía. Y Es probable que no haya hegemonía sin aleturgia.
El tema del curso es el gobierno de los hombres por la verdad, y
dirá que implica dos desplazamientos. De la idea de ideología dominante a la
noción de saber-poder. Y de esta última, a la noción de gobierno por la verdad.
En este desplazamiento la noción de gobierno ocupa el lugar del poder. El
gobierno de los hombres, su conducta. En ese registro ubica sus estudios del
arte de gobernar, la pastoral, la razón de estado, y posteriormente, la razón
de la autolimitación del estado por el mercado. Arte de gobernar y
establecimiento de la verdad.
La noción de gobierno, que me parece
mucho más operativa que la noción de poder, si entendemos gobierno, claro está
no en el sentido restringido y actual de instancia suprema de las decisiones
ejecutivas y administrativas en los sistemas estatales, sino en el sentido
lato, de mecanismos y procedimientos destinados a conducir a los hombres,
dirigir la conducta de los hombres, conducir la conducta de los hombres. En el
marco de esta noción procuré estudiar dos cosas, a título de ejemplo: por un
lado, el nacimiento de la razón de estado en el siglo XVII, no entendida como
teoría o representación del Estado sino como arte de gobernar, como
racionalidad que elabora la práctica misma del gobierno, y por otro, el
liberalismo contemporáneo, estadounidense y alemán, si también en este caso se
entiende el liberalismo no como teoría económica o doctrina política sino como
cierta manera de gobernar, cierto arte racional de gobernar. (MF,2014,32)
Hace referencia aquí a sus
desarrollos anteriores en el curso en el College de France, en Defender la sociedad, Seguridad territorio y población y Nacimiento de la biopolítica.
El arte de gobernar y el juego de
la verdad no son independientes. Toma cinco casos no como una secuencia lógica,
ni histórica, más bien demostrativa de las relaciones que pueden establecerse.
1.
La
razón de estado. La racionalidad de la acción gubernamental es la razón de
Estado, y que la verdad que es necesario manifestar es la verdad del Estado
como objeto de la acción gubernamental. Principio de Botero.
2.
Si
el gobierno gobierna no en función de la sabiduría en general sino de la
verdad, del conocimiento exacto de los procesos que caracterizan la realidad
que es el Estado, tendrá que gobernar mucho menos. Cuanto más ajuste su acción
a la verdad, menos decisiones a tomar desde lo alto. Llegaría un punto utópico
de la historia, en que el imperio de la verdad pueda hacer reinar su orden sin
que las decisiones de una autoridad hagan falta. La evidencia de todos acerca
de la verdad y la acción correcta haría necesario, no tener gobierno. Quesnay.
3.
El
arte de gobernar está ligado al descubrimiento de una verdad y al conocimiento
objetivo de esa verdad, esto implica la constitución de un saber especializado,
la formación de una categoría de individuos también especializados en el
conocimiento de dicha verdad, esto implica la constitución de un saber especializado, de individuos
especializados. La política como contrario al saber especializado se debe
subordinar a aquellos. Saint-Simon.
4.
La
toma de conciencia universal como principio de derrocamiento de los gobiernos,
los regímenes y los sistemas. Si todo el mundo supiera, el régimen capitalista
no duraría veinticuatro horas. Rosa Luxemburgo.
5.
El
terror, en el que todos saben lo que pasa. La gubernamentalidad en estado
desnudo, en estado cínico, en estado obsceno. Inmoviliza la verdad y no la
mentira. Solzhenitsyn.
2
Aleturgia
en Edipo Rey
Propone hacer una lectura de
Edipo rey, no en términos de deseo e inconciente, sino de verdad y poder, es
decir una lectura aletúrgica.
La tragedia es una aleturgia que
no solo dice la verdad sino que representa el decir veraz. En Aristóteles, la
tragedia cuenta de la peripecia y el reconocimiento, de la inversión de la
fortuna de los personajes al desenmascaramiento. Edipo es quien ha lanzado la
flecha y, finalmente, es él el blanco.
En Edipo Rey hay un
encadenamiento por el cual se produce el descubrimiento progresivo de la
verdad. Un asesinato, de Layo, el rey requiere de la purificación. Luego Tiresias, cercano a Apolo le dirá a
Edipo: “el asesino eres tú”. Frente a esto el coro, dirá que cuando “haya
visto”, dirá la palabra justa. A la verdad oracular, se le juntará “lo que se
haya visto”. La segunda mitad es el procedimiento de verdad, y que
necesariamente pasará por el testimonio de lo que hayan visto, sobre todo los
esclavos.
Dos aleturgias, la de los dioses
y la de los esclavos.
Las preguntas a los dioses se
hacen una sola vez, la respuesta es completa y no se puede forzar al dios, o al
adivino o profeta. La extracción de la verdad de los esclavos, a quienes
solicitan que acrediten identidad, se
realiza una técnica de interrogación, y además se lo amenaza con torturas.
El dios ve todas las cosas, es la
luz que ilumina todas las cosas y por la que se vuelven visibles, su palabra es
veraz porque es a la vez una potencia que enuncia y una potencia que pronuncia.
Tiene la fuerza de dar a ver las cosas. Tiene una connaturalidad entre decir y
hacer que algo suceda. Fuerza de la luz mirada y del enunciado-vínculo.
En los servidores asisten
impotentes a un espectáculo, son solo espectadores. Ellos obedecen y están ahí
como observadores impotentes.
Una aleturgia religiosa y otra
judicial. El oráculo es la veridicción
de los dioses; el juramento es la
veridicción de los reyes y jefes, y el testimonio es la veridicción de los
otros, de los que sirven. La aleturgia judicial se autoriza de decir, yo, yo
mismo estaba allí, yo mismo lo ví lo dí con mis propias manos. En Homero,
Hesiodo y poetas del siglos VI a C, la veridicción viene dada de un poder
anterior y exterior, bastón de mando, las musas, los sueños, yo no soy. La Veridicción,
modos del decir veraz, es la aleturgia
Se distingue Creonte, que es el
hombre de la mesura, que conoce los vínculos y sabe respetarlos. Tiresias que
reflexiona, se sumerge en el interior de
sí mismo, en sus pensamientos para encontrar en ellos la verdad que le es
connatural. Edipo tiene la tecne de encontrar, descubrir. Se trata de la
transformación de no saber a saber, recoge todo el problema de la filosofía
política, de la democracia, de la educación, de la retórica. Se parte del no saber,
y se recogen marcas, indicios, signos.
Tres formas o tecne para la
verdad: tecmerion, euriskein y gnome.
Tecmerion. “Edipo es un asunto de
medicina y derecho. Y si tomamos la pieza en el nivel de los procedimientos de
verdad que se ponen en juego en ella, es de un modo u otro una de las primeras
articulaciones de una aleturgia en forma judicial con una aleturgia en forma
médica” (MF,2014,78)
Euriskein. El descubrimiento se
refiere al acontecimiento, se refiere a los encuentros, se refiere al cruzamiento
de las cosas, las series, los gestos, los hombres. Y por otro lado, ese
descubrimiento, al revelar los acontecimientos, tiene el objetivo de
escapar a los decretos de los dioses,
limitar sus efectos o, en todo caso, evaluar lo que está de acuerdo
con dichos decretos y lo que no está de acuerdo. (MF,2014,80) el
descubrimiento como forma de esquivar los escollos, no chocar, llevar la nave,
gobernar en fín, arte del timón.
Por último, gnome, la opinión de
sentido común, que utilizan para establecer la verdad sobre algo.
30 de enero de 1980. Foucault
plantea la relación entre el gobierno de los hombres y la manifestación de la
verdad y la salvación. Plantea tres lecciones. Primera, Edipo necesita para el
ejercicio del poder, la manifestación de la verdad, la manifestación de la
aleturgia. Segunda, los oráculos de los adivinos, saben mucho y dicen la
verdad, pero son insuficientes. El ciclo de la aleturgia será completa una vez
que pase por individuos que puedan decir: yo lo vi, yo hice, yo di con mis
propias manos, el aspecto de la
subjetivación en el procedimiento general y el ciclo global de la aleturgia. Tercero, la aleturgia por sí
misma produce un efecto liberador, es mucho más que dar a conocer.
Se plantea:
¿Cómo es posible que, en una sociedad
como la nuestra, el poder no pueda ejercerse sin que la verdad tenga que
manifestarse, y hacerlo en la forma de la subjetividad, y sin que, por otra
parte, se espere de esa manifestación de la verdad, en la forma de la
subjetividad, efectos que están más allá del orden del conocimiento y son del orden
de la salvación y la liberación para cada uno y para todos? (MF,2014,96)
Foucault plantea que no hay una
necesidad intrínseca que sostenga al poder, más bien falta de necesidad. Se
desvía de la explicación del poder por la ideología y plantea cercana a la
anarquía una anarqueología, que consiste en no partir de ningún universal que
legitime el poder. Ningún universal, ni una posición humanista. A propósito,
para argumentar, utiliza su estudio de
la locura, y dice:
Se trataba de no partir de ningún universal
que dijera: esta es la locura. Se trataba de no partir de ninguna posición
humanista que dijera: esto es la naturaleza humana, esto es la esencia humana,
esto es la libertad humana. Había que tomar la locura como una x, y apoderarse
de la práctica, de la práctica sola como si no supiéramos nada y procurando no
saber nada de lo que es la locura. Y a partir de ahí se trataba de examinar qué
tipo de relaciones de conocimiento se fundaba en virtud de esta misma práctica,
con sus efectos estructurantes y determinantes en el campo del saber, de la
teoría, de la medicina, de la psiquiatría, pero también con sus efectos en la
experiencia del propio sujeto en cuanto a la división de la razón y la
sinrazón, que al sujeto se lo considerara o no enfermo. (102)
La inserción del sujeto en la
aleturgia. Foucault refiere sus preguntas a la actualidad, a la necesidad
actual de manifestar la verdad de forma subjetiva.
El gobierno de los hombres por la
manifestación de la verdad en la forma de la subjetividad. ¿Por qué, bajo qué
forma, existe en una sociedad como la nuestra un vínculo tan profundo entre el
ejercicio del poder y la obligación en que se encuentran los individuos de erigirse, en los
procedimientos de manifestación de la verdad, en los procedimientos de aleturgia que necesita el poder, en actores esenciales?
¿Qué relación hay entre el hecho de ser sujeto en una relación de poder y
sujeto por el cual, para el cual y respecto del cual se manifiesta la verdad?
¿Qué es ese doble sentido de la palabra “sujeto”, sujeto en una relación de
poder, sujeto en una manifestación de verdad? (103)
3
Actos
de fe y actos de verdad en el cristianismo temprano. Exomologesis
30 de enero de 1980. La inserción
del sujeto como tal en los procedimientos de manifestación de la verdad.
Foucault va a señalar el sacramento de la penitencia. La contricción, los actos
mediante los cuales se hace penitencia; y los actos de verdad. En el acto de verdad, el sujeto es actor a
través de su discurso; testigo, porque dice que ocurrió, al fijar la mirada
sobre sí mismo; es su objeto, porque en su testimonio que presta él, en la verdad
que opera, se trata de sí mismo.
El ejercicio del poder como
gobierno de los hombres, exige no solo actos de obediencia y sumisión, sino
además actos de verdad en los que, los individuos, que son sujetos en la
relación de poder, son sujetos, como actores, espectadores testigos u objetos
en el procedimiento de manifestación de verdad.
Se pregunta por qué el poder
desde hace milenios, exige a los individuos decir no sólo “aquí estoy, aquí
estoy yo, que obedezco”, sino que además les exige decir “esto es lo que soy
yo, que obedezco, esto es lo que soy, esto es lo que ví, esto es lo que hice”. Dirá
que ocurre a partir del cristianismo.
En el cristianismo, cuando se
habla del gobierno de los hombres y del régimen de verdad, se piensa en general,
en el sistema dogma y creencia, los actos
de fe o profesión de fe en un contenido dogmático, revelado en un texto y
prolongado en la tradición institucionalizada. Sin embargo, va a plantear otro
régimen, definido por la obligación en que se ven los individuos de establecer
consigo mismos una relación de conocimiento permanente, la obligación en que
están de descubrir en el fondo de sí mismos secretos que se les escapan, al
obligación en que están, de manifestar esas verdades secretas e individuales a
través de actos que tienen efectos
específicos mucho más allá de los efectos de conocimiento, efectos liberadores.
El acto de verdad como acto de confesión.
Acto de fe: adhesión a la verdad,
profesión de fe, aceptación de los contenidos de. Acto de verdad: subjetivación,
explorar indefinidamente, los secretos individuales. “Puede decirse que el
cristianismo, en todo caso desde el
punto de vista que nos interesa aquí, estuvo constantemente atravesado por esa
extraordinaria tensión entre los dos regímenes de verdad, el régimen de la fe y
el régimen de la confesión” (107)
La verdad de sí consigo mismo no
deja al sujeto en un lugar apacible, sino que más bien pone al sujeto frente a
la dramaticidad de su mundo interno. Hay una “perversión de la naturaleza”
(148), el pecado, y el sentido de lo otro que se ha introducido en nosotros
(152). El furor que muestra el diablo cuanto más cristiano alguien se pone, que, cuanto más se acerca uno a la verdad, a
la liberación, más hostil, violento, furioso y peligroso se torna el enemigo.[1] La
preparación para el bautismo es el
tiempo del riesgo, del peligro. Dramaticidad de lucha. Tiempo del bautismo como
de transformación radical de la naturaleza, que es a la vez la misma y otra y
debe ser restituida a su ser, y, por otro lado, un tiempo de lucha y combate contra el adversario. Supone una liberalidad de Dios (generosidad y
libertad para perdonar)[2] y
el miedo por parte del hombre. El
cristiano no debe abandonar jamás el miedo, saberse en peligro, estar inquieto (154).
Con los estoicos y los gnósticos, el maniqueísmo, los cátaros, el quietismo, la
mística[3], ubica
un lado de cierta pasividad, y por el otro, el miedo, y la inquietud sobre sí
mismo[4],
este segundo costado del miedo de sí mismo, lo mantiene de una forma activa
frente a la verdad.
Con esa inquietud, ese miedo,
metus, que Tertuliano presenta como carácter fundamental de la relación que el
sujeto debe tener consigo mismo en su preparación para el bautismo y, en este
mismo, vemos destacarse dos cosas. Por un lado, el acceso a la verdad: no puede
haber incertidumbre, en el sentido de que hay que estar bien seguro y no se
puede dudar ni un instante de que la verdad es verdadera, de que lo que nos enseñan
es verdadero, de que la verdad se reveló en las Escrituras, y por ese lado, la
no inquietud, la certeza sin perturbaciones es absolutamente fundamental. Ese
va a ser el polo de la fe. Pero en
cambio, la inquietud no debe cesar jamás
en lo que concerniente a la relación que el sujeto debe tener consigo
mismo, la relación que el alma debe tener consigo misma, dado que, por ese
lado, primero, uno nunca debe estar seguro de ser perfectamente puro, y por
otra parte, tampoco debe estar seguro de que se salvará… Incertidumbre
fundamental y necesaria, inquietud fundadora incluso del sentimiento de la fe y
del acto de fe en lo concerniente a uno mismo. Si uno quiere tener fe, nunca
debe estar seguro de lo que uno mismo es. (155)
“El miedo, por primera vez en la
historia-en fin, el miedo a lo que puede pasar, y de ningún modo el miedo al
destino, y de ningún modo el miedo a los decretos de los dioses -, está, creo,
anclado en el cristianismo a partir de la transición entre el siglo II y el
siglo III y tendrá, como es evidente, una importancia absolutamente
decisiva en toda la historia de lo que podemos llamar la subjetividad, es
decir, la relación de sí consigo, el ejercicio de sí sobre sí y la verdad que
el individuo puede descubrir en el fondo de sí mismo.” (156)
La disciplina se presenta en dos
formas, una que apunta a purificar y limpiar, y otra, a la habilidad para
luchar. (161) No se trata solo de la penitencia del bautismo, sino que la vida
entera debe ser una penitencia. Surge de este modo la idea global de la metanoia, a partir de la suposición de
que algunos esperen del bautismo la purificación automática, que el bautismo
sea una redención y liberación del pecado, están libres para pecar. El bautismo
es una recompensa de la que hay que pagar un precio, la penitencia, sin
embargo, queda el problema de poner a Dios en la obligación de perdonar.
Tertuliano aprecia de otro modo esto, planteando que el precio de la moneda para pagar debe ser
constatado el valor de la penitencia, la prueba o la verdad de la penitencia.
El precio es infinito, la prueba permite ver la autenticidad de la moneda, del
precio, de la penitencia
“A través de esta metáfora vemos
surgir la idea de que la penitencia es
lo que debe manifestar ante la mirada con Dios la verdad misma del pecador, la
sinceridad de sus sentimientos, la autenticidad de su remordimiento, la
realidad de su propósito de no volver a empezar más. La penitencia es pues el
afloramiento a la superficie de la verdad profunda del alma, y en ese sentido
puede decirse que es una moneda. Es lo que permite la probatio.” (164)
Por último, en esta clase plantea
que Tertuliano desengancha la estructura de la enseñanza, de la pedagogía, la
que estructura un sujeto de conocimiento,
de la estructura de la prueba, mediante la cual el alma se constituye en
protagonista. En el bautismo hay un entrecruzamiento entre una estructura de
adquisición de la verdad por el alma y una estructura de manifestación del alma
en su verdad. Dos polos el polo de la fe y el polo de la confesión
Pruebas de verdad. El catecúmeno
para el bautismo tiene cuatro pruebas de verdad: primera, el cuestionario
indagación con el postulante o sus
testigos (no podría ser soldado, actor, prostituta, profesor); segunda, el exorcismo,
que consiste en una purificación y una expulsión, pero también el examen (qué
tipo de moneda es, de qué está hecho); tercera, que es la profesión de fe, el
acto más esencial, arcaico, primero de verdad en la organización de la
existencia cristiana; cuarta, que por un lado tiene la conversión, la metanoia,
y que designa la penitencia ritual, y, por otro lado, la confesión, aveu, en
francés, exomologesis, en griego, confessio, en latín, consistente en un
discurso dirigido a Dios por el cual plantea el reconocimiento, no tanto de los
pecados, sino de su status de pecador, o que ha cometido muchos pecados.
Foucault concluye respecto de
Tertuliano diciendo que: en primer lugar,
la exigencia de no llevar al alma hasta
la verdad sin que pagara, como condición o precio de ese acceso a la verdad, con
la manifestación de su propia verdad. “El ser que es verdadero solo se te
manifestará si tú manifiestas la verdad que eres. Creo que ese es el punto
donde vemos fijarse el principio tan fundamental del “dime quien eres”.” (184) La idea de que
“solo llegaras a la verdad si has manifestado la verdad de lo que eres”
Tertuliano según Foucault
inaugura un modo de relación entre la subjetividad y la verdad.
“en las concepciones de Tertuliano la idea de que, en la relación
de subjetividad con la verdad, debe haber dos tipos de relaciones bien
diferentes y es menester engranar una con otra, articular una con otra, pero
sin confundirlas como si fueran una sola cosa: la relación la verdad que nos
promete el bautismo. La segunda con la verdad de nosotros mismos que tenemos
que producir a cada instante, con referencia a dos cosas, por un lado, la
muerte, por otro, la presencia del otro. Mortificarnos y debatirnos con el
otro: creo que en la introducción de estos dos elementos que son completamente
ajenos a la cultura antigua –mortificación y relación con el otro en uno
mismo-, el problema de la subjetividad, el tema de la subjetividad y del
vínculo subjetividad-verdad, sufre un vuelco total en comparación con la
cultura antigua.” (191)
La relación de la subjetividad y
su acceso a la verdad, se puede plantear como un “trance” bajo la forma de la
captura del individuo por potestades superiores; como un “despertar”, de un
sueño; bajo la forma de la “memoria” y el reencuentro consigo mismo. En el
cristianismo se da a través de tres cosas: desde la “mortificación”, como
ejercicio de sí sobre sí mismo de pensar sobre la muerte; desde “el problema
del otro”, del otro como aquel que tomó el poder en nosotros mismos; y la
probación, la puesta en juego de la verdad de sí mismo, “la prueba”.
27 de febrero de 1980. El Pastor
de Hermas y el planteo de la recaída por la imperfección del cristiano.
El bautismo no garantizaba que no
haya caídas, pecados, las comunidades cristianas no se consideraban como una
sociedad de perfectos, de puros, de personas que, tras acceder una vez a la luz
eterna, no podrían jamás verse despojadas de ellas ni recaer. Vemos que el
pecado y la debilidad pueden estar y están efectivamente presentes en las
comunidades cristianas, y que la toma de conciencia de esos pecados y
debilidades, el arrepentimiento por esos pecados y debilidades, son
característicos de la vida cristiana, de la vida de los individuos y de la vida
de las comunidades. El pastor de Hermas va a decir que la metanoia va a seguir
actuando y cambiando de naturaleza. Dirá
que con el Pastor de Hermas aparece la penitencia posbautismal, con una
economía y luego con un ritual, que prolongaría en una metanoia segunda,
ocupándose de la recaída y de la repetición de la redención.
“El sujeto en la conversión bautismal ha
visto, es puesto en conocimiento, que es irreversible, pero el problema es que
el sujeto al cual se aplica la ley es un
sujeto de la voluntad y no un sujeto de conocimiento, es un sujeto de la voluntad
que puede volver a querer sin cesar tan pronto el bien como el mal. Entre ese
sistema de la ley que afecta las acciones y se refiere a un sujeto de la
voluntad, y por consiguiente supone la repetibilidad indefinida de la falta, y
el esquema de la salvación y la perfección que afecta a los sujetos, que
implica una escansión temporal y una reversibilidad, creo que no hay
integración posible.” (211)
Clase del 5 de marzo de 1980. La
respuesta al punto anterior es la penitencia canónica. La penitencia canónica
es un status. En este status el penitente debe realizar actos objetivos y actos
subjetivos. Los subjetivos constituyen la obligación de manifestar su propia
verdad (exomológesis). Tiene tres momentos: la exposición del caso; la
confesión o la publicación propia y gesto de reconciliación. Queda separado de
la comunión, debe realizar actos objetivos que muestren sus avances, y actos
reflexivos, obligado a exponer su caso. En fin, se plantean los problemas
vinculados a la credibilidad de su verdad.
La humildad, reconocerse pecador,
incluso realizar formas ascéticas, la humildad del asceta paradojalmente podría
ser una forma de soberbia. Tartufo dice: “Si, hermano mío, soy un malvado, un
culpable, un desgraciado pecador lleno de iniquidad, el bellaco más grande que
la tierra haya producido” (252).
4
La
dirección y la obediencia
Clase del 12 de marzo de 1980. Va
a sumar al acoplamiento, verbalización detallada de la falta por el sujeto que
la ha cometido, y la exploración de sí
mismo para conocerse, la institución
monástica, la ascesis el perfeccionamiento continuo en la ascesis.
Del gnothi seauton a la dirección
tanto de la conciencia, de las almas y de los individuos en el cristianismo. La
dirección tiene tres características: primera, no hay cesión de la voluntad;
segunda, no tiene estructura jurídica, sin sanciones, ni límites y tercera,
apunta a la perfección, la tranquilidad y el dominio de sí.
“Define la dirección de los
individuos, como gobierno de las almas. En la dirección, un individuo se somete
o remite a otro en relación con toda una serie de decisiones que son de orden
privado, es decir que escapan normal, habitual y estatutariamente tanto a la
coacción política como a la obligación jurídica. Donde la coacción política no
actúa, donde la obligación jurídica no actúa, en ese ámbito, la dirección
quiere que uno se remita a la voluntad de otro. Donde uno es libre como
individuo, se remite a la decisión de otro” (260)
Alguien que guía mi voluntad, que
quiere que mi voluntad quiera esto o aquello. Y yo no cedo mi propia voluntad,
sigo queriendo hasta el final, pero queriendo punto por punto y a cada instante
lo que el otro quiere que quiera. Las dos voluntades se mantienen continuamente
presentes. Una no desaparece en beneficio de otra. Las dos voluntades
coexisten, pero en su coexistencia hay entre ambas un vínculo que no es de la
sustitución de una por otra, el de la limitación de una por otra, sino que es
un vínculo que liga las dos voluntades de manera que siguen íntegras y
permanentes, pero también de manera tal que una quiere totalmente y siempre lo
que quiere otra. En sentido estricto, pues, es una subordinación de una
voluntad a otra. En sentido estricto, pues, es una subordinación de una
voluntad a otra, en la cual las dos se mantienen íntegras, pero una siempre
quiere lo que quiere la otra. (261) no hay sanción ni coerción, el dirigido
quiere ser dirigido y la dirección solo se sostendrá, solo funcionará, solo se
desenvolverá en la medida en que el dirigido siempre quiera serlo. Siempre está
la voluntad de dejar de serlo. Juego de
completa libertad.
La fórmula de la dirección
“…obedezco libremente lo que tú quieres para
mí, obedezco libremente lo que tú quieres que quiera, de modo que yo pueda así
establecer cierta relación conmigo mismo. Y por consiguiente, si llamamos
subjetivación la formación de una relación definida de sí consigo, podemos
decir que la dirección es una técnica consistente en ligar dos voluntades de
manera tal que sean siempre libres una con respecto a otra; ligarlas de tal
modo que una quiera lo que quiere otra, y ello con fines de subjetivación, es
decir, de acceso a cierta relación de sí consigo mismo. Acepto libremente al
otro y la voluntad del otro para poder establecer cierta relación conmigo
mismo”. (263)
Luego plantea que una definición
tal incluye prácticas de todos los
tiempos y civilizaciones. En particular se refiere a la organización de
los seminarios durante la Contrareforma, en ese caso no hay obligación de
dirección, sino más bien consejo, si obligación de confesión.
En los antiguos toma la forma del
consejo, exhortación, refutación, demostración, examen de conciencia. Examen de
conciencia, como hacer ver. Examen de las acciones, las situaciones, pasadas,
presentes y futuras. Utilizan situaciones virtuales, la memoria, la
verbalización, la escritura. Toman una forma judicial. Etc.
Foucault dirá para concluir que
se trata de el examen de sí de un sujeto
racional, que no la función de la exploración de los secretos del corazón, de
los arcanos del corazón donde estén las raíces de las faltas. Anuncia que el
examen cristiano divergerá mucho.
Clase del 19 de marzo de 1980. Toma
de Clemente de Alejandría un rasgo del director en la dirección de la
conciencia, que llama crística, en tanto sustituto sacrificial, participando en
la penitencia, se convierte en un garante y aval. Sin embargo, plantea más bien
como en el siglo IV y V, se retoman componentes de la filosofía en el examen,
por ejemplo la escritura, como una contabilidad de los actos que realiza el
examinado. Señala dos aspectos importantes. La salvación y la perfección en
tanto que la originalidad del cristianismo, dirá, es separar ambas cuestiones.
Se pregunta cómo el cristianismo es una religión de la salvación, sin que
implique la perfección.
Por un lado, la penitencia puede
mantener algunos efectos del acto de la
salvación, del sacrificio salvador de Cristo, del bautismo como signo de la
salvación, de una vida amenazada y que cae en el pecado. “La penitencia es lo
que permite mantener los efectos de la salvación en la no perfección de la
existencia”. (296)
Por otro lado, el monacato separa
asimismo, salvación y perfección, ya que intenta saber si se puede llevar una
vida de perfección en una economía de la
salvación.
Casiano escribe 2 textos que
recogen la experiencia del monacato oriental y organizarán el monacato. Instituciones cenobíticas y colaciones. El monacato será
comunitario, el aspirante deberá caer bajo la dirección de alguien, que en un
comienzo será obedecer en todo y no ocultar nada; no querer nada por sí mismo,
obedecer exhaustivamente y decir exhaustivamente decir lo que uno es, estar
bajo la voluntad de otro y hacer recorrer por el discurso todos los secretos
del alma, que salgan a la luz, que la obediencia sea perfecta y total. Habla de
una relación específica entre: sujeto, otro, voluntad y enunciación.[5]
Obediencia
Antigüedad Cristianismo
Limitada e instrumental Es un estado
Limitada e instrumental Es un estado
Supone de parte del maestro una competencia Puede ser un rústico, cualquiera, y sus órdenes absurdas
La dirección es provisoria La obediencia produce obediencia
Casiano va a entender a la obediencia como: subditio, el hecho de estar sujeto; patientia, pasividad y no resistencia; humilitas, ponerse por debajo lo más posible. [6]
Antigüedad Cristianismo
Suficiencia Sumisión, querer lo que quiere el otro.
Apateia, ataraxia Paciencia, querer no querer.
Autonomía Humildad, no querer querer.
Clase 26 de marzo de 1980. La dirección cristiana, en tanto dispositivo, se organiza en tres principios: el principio de la obediencia sin fin; el principio del examen incesante; el principio de la confesión exhaustiva. Casiano, dirá Foucault, intenta procurar que los monjes escapen a los peligros del relajamiento y la condescendencia, y permisos respecto de sí mismos, en los primeros indicios, y, por otro lado, evitar los excesos del rigor y la ascesis que no son más que formas de la vanidad y el deseo de deslumbrar al otro. Si bien parece un tema de la espiritualidad antigua, va a darle una vuelta y planteará la discretio, la discreción, como capacidad de separar lo mezclado y a la vez que permite juzgar. La discreción y la mesura en tanto que falta en el hombre. La presencia del diablo. La presencia del diablo nunca se conjura, no hay manera de garantizar su retiro definitivo del sí mismo. Al punto que está imbrincada con la subjetividad. El modo de su presencia no es evidente, sino que aparece en la forma borrosa del engaño, la ilusión, el error. De este modo, la discreción apunta a descifrar los secretos de la conciencia. En la espiritualidad cristiana la discreción se refiere al sujeto en la medida en que está habitado por un principio otro, que es un principio de ilusión, oscuro para sí mismo. El dispositivo examen-confesión apunta a ir al lugar de la falta de discreción. Ahora, bien para Casiano se tratará siempre de pensamientos y cogitaciones. Divagaciones, pensamientos superfluos, multiplicidad de pensamientos difíciles de reconocer. El examen de los pensamientos, por otra parte, se dará según las metáforas del molinero, el centurión y el cambista.
El molinero no maneja el agitamiento del agua, pero puede controlar
que granos muele y separar la cizaña. El centurión
selecciona según las condiciones de los soldados que funciones atribuye.
El cambista,
verifica el valor de las monedas.[7]
El examen de los pensamientos es
la discriminatio.
La dirección cristiana establece
una relación de obediencia con la voluntad del otro y establece al mismo tiempo
la obligación de decir la verdad permanentemente sobre sí mismo. Si en la
antigüedad se trataba de lograr una jurisdicción
de los actos con fines de autonomización
del sujeto, la cristiana es la obediencia al otro con una veridicción de sí mismo.
Mecanismo de la confesión
perpetua articulada con la obediencia permanente obedece a unas cuantas leyes
acerca de las relaciones entre verdad y subjetividad.
1 Ley de la profundización al infinito: en el fondo de mí mismo nada es lo bastante pequeño para no prestarle atención.
2 Ley de la exteriorización, una zona inaccesible a los asaltos del exterior, se arranca la interioridad a sí misma, hacer salir para desplegarla en una relación de exterioridad y obediencia.
3 Ley de tropismo, de la inclinación al secreto, desenmascarar al otro en el fondo de mí mismo.
4 Ley de producción de verdad, algo llega a producirse como verdad de sí, a partir de una profundización en sí mismo.
5 Ley de renuncia de sí, “habida cuenta de que en el dispositivo obediencia-confesión se trata de sustituir la voluntad propia por la de otro, descubrir en el fondo de sí mismo el poder otro que lo habita, arrancar de sí mismo a ese otro, no para reencontrarse, sino para contemplar a Dios sin oscuridad y hacer sin obstáculos su voluntad” (354).
Bibliografía
Foucault
Michel La hermenéutica del sujeto. FCE. CaBa. 2006 primera reimpresión español
Foucault
Michel Del gobierno de los vivos. FCE. Caba, 2014 primera edición español
Foucault
Michel Defender la sociedad, FCE Caba, 2010, Quinta reimpresión
Foucault
Michel Seguridad territorio y población. FCE CaBa, 2011 Cuarta reimpresión.
Foucault
Michel los anormales. FCE Caba. 2008 Quinta reimpresión.
Foucault
Michel Nacimiento de la biopolítica. FCE Caba 2012 Tercera reimpresión.
Foucault Michel Estética ética y hermenéutica. Paidós Caba
2001
[1] La
presencia de lo otro dentro de sí puede analizarse en Foucault en Los anormales como cuerpo convulso,
noción “araña”, (MF;2008;199) donde dice
que tiende sus hilos tanto del lado de la religión y el misticismo, como del
lado de la medicina y la psiquiatría. Analiza las posesas, producto de la
intensificación de la confesión; y en el niño masturbador, en las clases 5 y 12
de marzo de 1975. En ambos casos plantea el relevo de la religión a la ciencia
en cuanto a la jurisdicción respecto del tratamiento de los temas.
[2] Le
Gaufey planteó en Buenos Aires en el 2015 hablando de la libertad de Dios, la
oscura claridad de la omnipotencia en la construcción del concepto de A
mayúscula barrado.
[3] En
otro trabajo hemos podido localizar la mística como contraconducta ante la
gubernamentalidad o dirección de las conductas. En ese caso la espiritualidad,
la mística (MF; 2011; 256), parecía entenderse de ese modo, como la insumisión
al poder pastoral; pero además la cuestión del quietismo, con la condena de la Iglesia en el Cum aliass, y las distintas formas en las que a través de la historia van formándose, contenidas en las referencias del texto de El amor puro de Platón a Lacan, de Jacques Le Brun.
[4] En
la Hermenéutica del sujeto, desarrollará la noción de epimeleia heautou, la
inquietud de sí, y su relación con el conócete a ti mismo, gnothi seauton, y el establecimiento de dos modos .
Espiritualidad y filosofía. Dirá: “filosofía”, “la forma de pensamiento que se
interroga acerca de lo que permite al
sujeto tener acceso a la verdad, la forma de pensamiento que intenta determinar las condiciones y los límites del
acceso del sujeto a la verdad… “espiritualidad”, la búsqueda, la práctica, la
experiencia por las cuales el sujeto efectúa en sí mismo las transformaciones
necesarias para tener acceso a la verdad”…”el conjunto de esas búsquedas,
prácticas y experiencias que pueden ser las purificaciones, las ascesis, las
renuncias, las conversiones de la mirada, las modificaciones de la existencia,
etcétera, que constituyen , no para el conocimiento sino para el sujeto, para
el ser mismo del sujeto, el precio a pagar por tener acceso a la verdad” (MF;
2006;33) Luego precisará algunas
características de la espiritualidad y va a puntualizar una objeción, la gnosis
y dirá que es un movimiento que carga el acto de conocimiento al que asigna
soberanía en el acceso a la verdad. La mística me aventuro a decir está del
lado de esta objeción y se explica en la división filosofía espiritualidad, no
está del lado de la espiritualidad, pero raramente queda ubicado del lado de la
filosofía.
[5]
Comparar con el texto les
aveux de la chair, (el combate de la castidad) (MF;2001;262) encuentran los
límites de lo voluntario e involuntario
en la sexualidad y llevan el examen hasta lo más recóndito.
[6] Comparar con la clase del 22 de
febrero de 1978 de Seguridad, territorio
y población (MF;2011;193)
[7] “Foucault plantea esto en
Estética, ética y hermenéutica: “lo menos que eI hombre debe hacer es
permanecer en relación consigo mismo en un estado de perpetua vigilancia en
cuanto a los más nimios movimientos que se puedan producir en su cuerpo o en su
alma. Velar noche y día, la noche para el día y el día pensando en el anochecer
que viene. «Así como la pureza y la vigilancia durante la jornada disponen a
ser casto durante la noche, igualmente la vigilancia nocturna fortalece el
corazón y le proporciona fuerzas para observar la castidad durante el
día.»" Esta vigilancia es la puesta en práctica de la «discriminación» que
se sabe que está en eI centro de la tecnología de sí mismo, tal como es
desarrolIada en la espiritualidad de inspiración evagriana. EI trabajo del
molinero que escoge los granos, del centurión que reparte los soldados, del
cambista que sopesa las monedas para aceptarlas o rechazarlas, es el que el
monje debe hacer sin cesar sobre sus propios pensamientos para reconocer los
que son portadores de tentaciones”. (MF; 2001; 272)
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