sábado, 23 de enero de 2010

Los desafíos que surgen cuando los adolescentes quieren ir de vacaciones solos o con amigos

DIARIO DEMOCRACIA DE JUNIN (pinche el título para acceder a la nota del diario)

NOTICIAS LOCALES de Junín del día 23 de Enero del 2010

CONSEJOS PARA PADRES E HIJOS

Los desafíos que surgen cuando los adolescentes quieren ir de vacaciones solos o con amigos

El propio cuidado, una responsabilidad que se aprende. Las claves a tener en cuenta en la opinión de juninenses.

Quieren vivir sus propias experiencias. Se sienten adultos y capaces de sortear los problemas que se les presenten. Son adolescentes y se desesperan por soltar riendas. Y justamente las vacaciones de verano se convierten en uno de los momentos ideales para poder vivir bajo sus propias reglas.
Del otro lado están los padres, quienes tienen miedo de que algo malo pueda sucederles. Se suelen encontrar desamparados y sin saber cómo cuidar a sus hijos a tantos kilómetros de distancia. Para los especialistas, el gran desafío es enseñarles a cuidarse sin transmitirles los propios temores.
Los mayores miedos que recorren el pensamiento de los padres son las salidas nocturnas, las relaciones íntimas sin protección, el alcohol y la tentación ante las drogas. Para todo se recomienda el diálogo y la confianza previa. Además, también hay que evaluar el lugar elegido para el viaje y los amigos que lo acompañarán.


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¿Cómo tienen que actuar los padres respecto de los hijos que se van de vacaciones solos? Sobre todo en esa franja de mayor riesgo, que es entre los 16 y 17 años.

Creo que la pregunta principal es acerca de los comportamientos de cuidado.

Los comportamientos de cuidado surgen de la imposibilidad de conocernos, me refiero a los sujetos, sean de 16, 17 ó 40 años, de no saber todo de nosotros mismos, de cierto margen de incertidumbre acerca de cómo nos comportaríamos dada cierta circunstancia.

Los comportamientos de cuidado surgen, asimismo, de apreciar cierta locura del mundo, de cómo están las cosas y de como vivir en común en medio de eso.

Los comportamientos de cuidado anticipan riesgos que no podemos predecir, hechos que no sabemos que van a pasar, ignorancia de lo que va a acontecer.

No es tan natural la cuestión de las edades, pero uno podría decir que esa es una edad confusa para delinear los modos de cuidados que se procuran así mismos los sujetos. Los padres, los adultos están ahí todavía, sin embargo, los chicos y chicas ya comienzan sus propias experiencias, salidas, relaciones, parejas, grupos, pertenencias, preferencias, exámenes, etc.

La pregunta de si se va a saber cuidarse o no, no surge de la nada. Algunos casos, cuando está en juego una salida del tipo que se plantea, seguramente hay una historia detrás, que les permita a los padres decidir un permiso. Evaluaran su comportamiento, valorarán la importancia de una experiencia de este tipo. Conocer lugares, gente, verse desde fuera de su entorno natural, en su conjunto es una experiencia valiosa. Después de los viajes pueden cambiar algunas cosas.

Hay una historia social de viajes de adolescentes y jóvenes, de primeros viajes solos. Existe una tradición, bastante nueva, de regalar un viaje a Miami, a las quinceañeras. Hay otra más vieja, como el viaje a Bariloche. Quizá están dadas las garantías que se le exigen a un contingente. Pero está bien que vayan solos o solas?

Las escuelas hace mucho tiempo que abandonaron cualquier responsabilidad de organizar viajes de fin de curso. Sí, hay cuidados muy precisos para los viajes de estudio. Viajes de estudiantes, campamentos, encuentros de intercambio, son muy valiosos en el ámbito de la educación. Sin embargo, delegar la tutela de un menor es un problema cierto cada vez, y se realiza el acto con papeles firmados, declaraciones juradas, fichas médicas firmadas, y siempre se considera, en todo momento, el acompañamiento real de los jóvenes por parte de los adultos. Siempre debe haber un adulto con ellos, sino es considerada una conducta negligente. Las consecuencias de un accidente, de cualquier daño, recaen sobre la institución y sobre los docentes, los padres corren hacia los abogados raudamente.

Los adultos, tal como están las cosas, cuando se trata de menores, tienen la responsabilidad del cuidado. No la pueden eludir. Lo cierto es que la cuestión del cuidado de sí, la posibilidad de estar a cubierto de una serie de peligros, la seguridad de que ciertas cosas no le va a pasar, exceden la mirada de los adultos y convocan al sujeto en cuestión, a los jóvenes, para den muestra de dicha seguridad, a través de lo que dicen, de lo que sienten, de lo que hacen.

La respuesta es más fácil si son menores, el adulto en cierto modo cubre la falta de cuidado, observancia, acompañamiento, control de horarios y lugares que frecuenta, con el conocimiento que tiene de su propio hijo respecto del cuidado de sí.

El cuidado de sí, es una construcción que ya está bastante avanzada a esa edad, pero no lo suficiente, sobretodo en lugares desconocidos, qué hacer si les agarra una insolación, si se queman al sol, si tienen que hacer un trayecto a la noche en un lugar que no conocen, no tienen los mismos recursos que los adultos. Para el caso de que se pierdan en una noche de alcohol y queden despojados o tirados por ahí, no hay que ver ahí una situación normal de un viaje, más bien puede tratarse de un exceso que puede ocurrir en la propia ciudad. En esos casos algo se trata de algo más que un descuido.

Lo que se cuida no es un cuerpo, como un objeto, sino a una persona a la que pensamos libre, comunicativa, que disfruta, que ama, etc. Hemos abandonado respecto de los menores la idea de la tutela. La nueva ley de los derechos del niño y de los adolescentes modificó el paradigma mediante el cual, el cuidado del menor, llevaba en algunos casos a la paradoja de encerrarlo, para cuidarlo. Se cuidaba su cuerpo, el menor era objeto de cuidados. La nueva ley apunta a la protección y promoción de sus derechos, de la consideración como un sujeto, un sujeto de posibilidades, un sujeto de derecho, y no un objeto de cuidados. Este reconocimiento de los sujetos, es considerado un avance en la legislación y en la mirada acerca de los niños y adolescentes. Promueven un sujeto, mayor margen de responsabilidad por su parte, y menor autoritarismo de los adultos, que vean más de cerca con quienes tratan, que no son parte de su patrimonio.

El cuidado de sí, de uno mismo, de un joven de 16 a 17 años es una tarea compartida, comunicativa. Nos cuidamos mejor con otros. El cuidado es una tarea transitiva, pasa de uno al otro. Y el cuidado, además es recíproco, vuelve hacia uno. Se potencia, se contagia, se amplifica más allá de uno mismo. Los grupos de amigos son reservorios de cuidado, el afecto, es un impulsor de los cuidados. Si hay un grupo, si hay un amigo, si hay una pareja, hay fuertes lazos afectivos, hay mucho capital de cuidado. Eso reduce riesgos.

El cuidado de sí, se lo entiende también como ocuparse de sí, preocuparse por uno mismo, hacerse cargo de uno mismo, no significa conocerse simplemente, se trata de ejercitarse, prepararse. Los adolescentes tienen esta tarea por delante, y no hay un modo de hacerlo, tienen que experimentar, probarse, mostrarse. Cuidarse aquí significa mucho más que precaución, es casi sinónimo de educación, de madurar. La cuestión es de los cuidados al cuidado, y aquí están convocados padres y los sujetos de 16 y 17 años. Es el ámbito familiar donde mejor se puede desarrollar.

Jorge Alonso
Licenciado en Psicología. Psicoanalista, miembro de discurso analítico, centro de atención y estudio de psicoanálisis. Organizador junto con Opacidades, revista de psicoanálisis, de la Jornada de Psicoanálisis, en noviembre 2009, en Junín. Desarrolla programas de investigación sobre los jóvenes y las políticas de cuidado y reconocimiento en el ámbito escolar, en el ISFD 129 de Junín y en el Instituto Nacional de Formación Docente (Nación) y es docente de Psicología y cultura en la educación en el ISFD y T 20, ISFD 129, ambos de Junín, e ISFD 134, de Lincoln.

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