miércoles, 28 de enero de 2015
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jueves, 15 de enero de 2015
Performativdad del acto psicoanalítico
El presente trabajo contiene un recorrido acerca
del carácter performativo del acto en Austin, Lacan, Foucault y Butler. Es una
memoria del taller de
psicoanálisis tal como puede verse en los
anexos 1 y 2. Asimismo, reconoce la
influencia del taller de psicoanálisis de la revista Opacidades, que se realiza
en Buenos Aires. Pretende acercar cada uno de los ámbitos de indagación, manteniendo
la pertinencia y heterotopía tanto del campo del lenguaje, del psicoanálisis,
de la filosofía y de la teoría queer, para ver de qué modo dichas
aproximaciones visualizan mejor el acto psicoanalítico. Este ejercicio parte de
la suposición que Lacan otorga tal carácter al acto psicoanalítico. Este
trabajo sin embargo, solo querría sacar provecho de mejorar la comprensión del
acto psicoanalítico al contraste del performativo.
Argumento
El discurso de
la gubernamentalidad permite localizar, en el campo de las
prácticas sociales acerca de la subjetividad, unos actos, organizados por
taxonomías normalizantes y/o por el binarismo del género, entre otros,
que imponen performatividades para los sujetos, a partir de prácticas
biopolíticas de regulación social. Un saber supuesto de un sujeto, la ciencia,
que puede desentrañar toda subjetividad inscribiéndola en clasificaciones,
estructuras o distintas lógicas con efectos normalizadores.
¿Queda lugar para
otros actos? Algunos proponen performances desde la
subjetividad, en el psicoanálisis, en el género, en la política, en el arte. Es
posible que otras prácticas, no se inscriban tan fácilmente en órdenes
previos y que sin embargo, se orienten de acuerdo a cierta verdad que surge de
la singularidad de un sujeto.
El acto analítico,
según el pensamiento de Lacan, que no está exento de caer en la normalización
de las prácticas biopolíticas, por sus características sería posible que quede
o no por fuera de ésta. Se trataría de un acto que haría de la verdad una
estructura de ficción, una actuación que reconocería algunos momentos
diferentes. Incita al saber al sujeto acerca de su propia verdad,
promueve una producción creativa del sujeto y define representaciones y
actuaciones por parte del analista. Se trataría de un acto que produciría
un saber de menor alcance que aquel supuesto de la ciencia, más local, y lejos
de lo universal.
La propuesta del
taller es el estudio del acto analítico promovido por el psicoanálisis. Será
puesto a prueba frente a otros actos. En primer lugar, la dupla parresía y performativo.
La parresía, una dramática del discurso en el campo de la política, en
contraste con el performativo, en el discurso de la pragmática, plantea
distintos valores del acto, la verdad y el sujeto. En segundo lugar,
interpelado por actos corporales subversivos, que en las teorías
del género se mencionan ciertos actos performativos subversivos, frente a las
restricciones del esencialismo del género. Por último, algo de performance y
arte.
La talking
cure de Freud estaría puesta en cuestión. En tiempos donde la
psicopatologización predomina el campo psi, pero donde también se sostienen
políticas de prácticas de salud mental con enfoque de derechos, el acto
analítico en el centro de la mira.
Performativo en psicoanálisis
Entre
los trabajos que hemos podido relevar en nuestro medio podemos ver que Cellerino y Luttereau (2009) intentan
articular la teoría lacaniana del acto analítico y la teoría de los actos de habla donde
encuentran como principal característica definitoria del acto analítico: “la
autorreferencialidad constituyente de una transmutación del sujeto. La dimensión
“actancial” del habla, intrínseca a la práctica lingüística y elucidada por la
disciplina pragmática, se convierte en un ordenador lógico y clínico de la
operación analítica” (SC y LL;2008;228).
Los autores se apoyan en el trabajo de Gabriel Lombardi (2008), Clínica de la
autorreferencia. Cantor, Gödel, Turing, publicado por Letra Viva, en Buenos
Aires. En tanto la revista Artefactos Nro.5, de ELP, en México se organiza
temáticamente alrededor del comentario del libro de Shoshana Felman, El escándalo del cuerpo hablante, publicado
por ELP, escándalo -leemos en la presentación del libro- de la incongruente pero indisociable relación entre lenguaje y cuerpo;
el escándalo de la seducción del cuerpo humano en tanto que habla; el escándalo
de la promesa de amor por cuanto es, por excelencia, la promesa que no puede
ser cumplida; el escándalo del animal que hace promesas en la medida en que lo
que promete es precisamente lo insostenible". La revista Artefactos Nro.5
retoma la idea del escándalo de performativo del análisis. Ambos trabajos
permiten situar la cuestión de los actos de habla y el acto del analista, en
cierto modo en extremos entre el sujeto y la superficie del cuerpo. De un lado
el performativo es constituyente, del otro lado el performativo es escándalo.
De un lado, ordenador lógico y clínico y del otro, justamente pareciera lo
contrario, seducción, promesa incumplida, insostenible, en tanto escándalo, más
cercano a la trampa que desoculta, difama o no, que cercana a la verdad, en tal
sentido no tan intrínseca.
El
acto analítico
Acto analítico,
carácter paradojal entre la función de saber y la producción. Seminario de un
Otro al otro, sesión del 4 de junio de 1969 de Jacques Lacan
En
la enseñanza de Jacques Lacan, en la sesión del 4 de junio de 1969, el autor comienza
situando al acto psicoanalítico, y el campo. Respecto de este último, como
campo del Otro con mayúscula, dice
que es lo que está en juego alrededor del campo de apuesta de Pascal. En esa
apuesta está en juego la promesa de la vida eterna. El campo de los filósofos,
el del gran otro, el lugar de lo uno, de lo único. En este punto, dirá más que
el dios de los judios, -si bien a Moisés le dice que soy el que soy y domina
sobre su pueblo, no es único deduce Lacan- el dios de los católicos. El dios de
los católicos sí es único, y en la continuidad del dios de los filósofos, se
convierte en el principio de una razón suficiente. En el campo de aquel que
sabe, y que en relación al acto psicoanalítico, sería algo así como que digan
lo que digan existe el Otro que sabe lo que van a decir. El campo del sujeto
supuesto saber.
Para
Lacan el saber produce el objeto a, el
otro con minúscula. El acto
analítico posee una doble producción. Por una parte mediante la incitación al
saber, produce un saber, pero no solo eso sino que ese saber produce algo
Entonces,
lo que nos interesa, porque es lo que el psicoanálisis ha revelado, es lo que
se produce en el saber. Lo que se produce en el saber es lo que no se
sospechaba antes del psicoanálisis, esto es el objeto a, en tanto que el
análisis lo articula por eso que es, a saber, la causa del deseo, es decir, de
la división del sujeto; de eso que introduce en el sujeto como tal, es decir,
eso que el cogito enmascara, a saber, que al lado de este ser del cual él cree
asegurarse, él es, esencialmente y desde el origen: falta. Es aquí donde
recuerdo, donde retomo el plano por el cual he creído —el año pasado— deber
introducir la paradoja del acto psicoanalítico; esto es, que el acto
psicoanalítico se presenta como incitación al saber. (JL;1969;115)
En
esta sesión va a referirse a una cuestión central del acto analítico
comparándolo con el acto sexual. Dirá No hay acto sexual que efectue la relación
sexual, no hay más que acto. Define de este modo otra vez una relación desigual
entre el campo lógico de la relación en este caso y el campo del acto. Y este
nunca va a producir la relación. No hay acto sexual que produzca una justa
relación. “No hay relación sexual” tiene otro no hay y es que “no hay acto
sexual”. Sin embargo, y el carácter paradojal se pone en evidencia, no hay más
que actos para relación sexual. En el corazón del acto está la castración.
La
relación sexual, eso que se llama seguramente con ese nombre no puede ser hecha
más que por un acto. Esto es lo que me ha permitido anticipar estos dos
términos: que no hay acto sexual, en el sentido en que este acto sería aquel de
una justa relación y que, inversamente no hay más que el acto para hacer la
relación. Lo que el psicoanálisis nos revela, es que la dimensión del acto, del
acto sexual en todo caso, pero al mismo tiempo de todos los actos, lo que sería
evidente después de mucho tiempo es que su dimensión propia es el fracaso. Es
por eso que el corazón de la relación sexual —en el psicoanálisis—, en él,
existe un signo que se llama castración. (JL;1969;116)
De
vuelta al saber como medio de producción y trabajo, toma como referencia
teórica a Marx en cuanto al capitalismo y a la cuestión del saber, como medio
de producción y al trabajo
Lo
que el saber produce. No he podido decirlo para no ir demasiado rápido, porque,
en verdad, para que eso tenga un sentido, es necesario volver a ello donde más
cerca y denotar aquí el relieve de esta dimensión que se articula como
propiamente en la producción, esta dimensión que sólo un cierto proceso del
progreso técnico nos ha permitido discernir, distinguir, como siendo el fruto
del trabajo. ¿Pero es tan simple? ¿No parece que, como tal, lo que es producción
se distingue de lo que siempre fue poiesis, fabricación, trabajo, nivel
del alfarero?, es necesario que se haya autonomizado como tal, lo que se
distingue muy bien en el capitalismo, a saber el medio de producción, en tanto
es alrededor de eso que todo gira, a saber de quien dispone de ellos, de estos
medios. Es por una homología tal que va a tomar su relieve lo que es función
del saber y lo que es su producción. La producción del saber, en tanto que
saber se distingue de la verdad por ser medio de producción y no solamente
trabajo. (JL;1969;116)
El
analista está en el medio del acto psicoanalítico, incita e induce al saber, lo invita al
encuentro del sujeto supuesto saber, pero va a representar la evacuación del
objeto a, representa la hiancia, articulando la verdad en una estructura de
ficción.
El
psicoanalista, pues— y es allí que yo acentuaba el enigma y la paradoja del
acto psicoanalítico— el psicoanalista en tanto que él induce, incita al sujeto,
al neurótico en la ocasión, sobre ese camino donde él lo invita al encuentro de
un sujeto supuesto saber, el psicoanalista, si es verdad que él sabe lo que es
un psicoanálisis, y sabe como puede proceder allí, eso que se refiere a que, al
término de la operación y de su en-sí-mismo, él analista va a representar la
evacuación del objeto a, en esta incitación al saber que lleva a la
verdad y que representa su hiancia, él elige devenir él mismo, la ficción
rechazada. He anticipado aquí la palabra "ficción". Ustedes saben que
desde hace mucho tiempo yo articulo que la verdad tiene estructura de ficción. (JL;1969;116)
El
psicoanalista encarna la producción
lo
que resulta de este modo de plantear la cuestión entre saber y verdad en el
campo propio de una producción, de la cual, en suma, lo que ustedes ven, es que
el psicoanalista, en tanto que tal, encarna, él mismo, esta producción …La toma
(mise) del analista en la perforación del objeto a, gracias a su presencia pone
frente a lo ininterpretable de la transferencia. En el lugar de actor, división
espectador y coro. El lugar del analista. (JL;1969;116)
Es
el psicoanalista quien está en el lugar, ciertamente, de lo que se goza sobre
la escena trágica y es lo que da su sentido al acto psicoanalítico. Y por otra
parte, es sorprendente que él renuncie a ello, que él no haga más que estar en
el lugar del actor, en tanto que un actor basta, en sí, sólo, para sostener la
escena de la tragedia. Esta división del espectador y del coro donde se modela
y se modula la división del sujeto en el espectáculo tradicional, la he
recordado el año pasado para designar lo que se refiere exactamente al lugar
del analista. Otra paradoja del acto psicoanalítico es que este actor se borra,
retomando lo que he dicho hace un momento del objeto a, él lo evita.
El
acto psicoanalítico parte de la incitación al saber, a la producción de un
saber que produce el objeto a. produce una división del sujeto, aquella que el
cogito enmascara y que se enuncia como su verdad, la del deseo. La
interpretación se dirige a un saber de menor alcance que el del gran otro, a un
saber primitivo. La incitación al saber procede de la división entre saber y
verdad, propia del profetismo de la tradición judía, de un dios que habla a
través de sus profetas y que produce una verdad que hay que descifrar.
Esta
intervención sobre el sujeto produce un saber de menor alcance.
Dicho
todo lo anterior en esta sesión girará hacia la cuestión de la no relación
sexual donde tampoco el acto psicoanalítico con su saber de menor alcance puede
alojarse en la lógica, ni en la lógica definible y sexual, agregaría identitaria
y binaria.
Y para ir
rectamente porque, seguramente no podemos rehacer aquí todo el camino y lo que
tengo que decir hoy es otra cosa que recorrer esto que se trata de la verdad,
eso que se resume en que la cosa freudiana, es decir esta verdad— la cosa freudiana,
esta verdad, es la misma cosa— tiene por propiedad ser asexuada, contrariamente
a lo que se dice, a saber, que el freudismo es el pansexualismo.
Sólo que, como
el viviente que es este ser por donde se vehiculiza una verdad, él, tiene
función y posición sexual, resulta de ello algo que he tratado de articularles
hace esta vez dos años y no uno solamente, a saber que no hay, en el sentido
preciso de la palabra relación— en el sentido en que relación sería una
relación lógicamente definible— no hay, justamente, ya que falta, lo que podría
llamarse la relación sexual, a saber una relación definible como tal, entre el
signo del macho y el de la hembra. (JL;1969;116)
La relación sexual puede ser hecha
únicamente en un acto, Lacan agrega que no hay un acto justamente apropiado a
la relación sexual, pero que sin embargo, se realiza en un acto, porque no hay
más que actos para realizar la relación sexual. Es el argumento que plantea que
no hay relación sexual. En la dimensión del acto se ubica el fracaso de la
relación. Por otra parte, es el lugar de la castración, sumando este elemento.
Vuelve al saber y ahí va diferenciar
algunos aspectos de carácter performativo, en tanto que el saber produce, está
en el campo de la producción, del alfarero, de la poiesis (creación), de la
fabricación. Ahí desprende el medio de producción, aquello que ha autonomizado
el capitalismo, parece referirse en un sentido más preciso a la plusvalía, en
un sentido marxista
En el psicoanalista se congregaran la
función del objeto a, y el lugar del sujeto supuesto saber, donde el Otro, en
tanto Uno, no existe. Más bien se organizará en relación a las funciones del
objeto a.
Acerca de la relación entre el acto y la
verdad, dirá Lacan que la verdad tiene una estructura de ficción, y que la
verdad respecto del acto es que sí hay acto, entonces, no hay relación sexual.
Del mismo modo el acto del psicoanalista, se produce en cierto enigma o
paradoja, que recorre algunas formas:
-la incitación
al saber como punto de partida, colocándose en el lugar del sujeto supuesto
saber.
-la encarnación
en el lugar de la producción, considerando en este punto la transferencia, y la
repetición no del lado de la necesidad sino de la novedad.
-la actuación
del psicoanalista, la toma (mise) de psicoanalista, la puesta en obra, la
actuación, está como actor, en tanto que un actor basta para sostener la escena de la tragedia.
-la evacuación
del objeto a, donde el actor se borra paradojalmente en ese momento.
Por último se interroga acerca de este
lugar del analista y si no se trata de un SCAPEGOST, un chivo emisario, en
tanto que toma sobre sí el objeto a, destinado a ser evacuado. Sin embargo,
establece en este punto una diferenciación con el masoquismo, apuntando que en
el masoquismo, el masoquista se constituye en un verdadero AMO, la experiencia
del que sí sabe naufragar y que goza de ello. Se convierte en el amo de su
propio juego.
La diferencia con el psicoanalista está
dada en que este SE HACE EL AMO. Y se hace en dos sentidos diferentes del HACE.
Por un lado, como actor, representar a alguien y como producción en tanto que
su actuación se orienta en el sentido de la producción de un saber, y la
relación que vimos con el objeto a.
Aproximaciones
y heterotoopías
Este resumen de la clase intenta
presentar como en el acto psicoanalítico paradojal de por sí, la producción
queda atada al saber. Un acto de saber es productor en el sujeto, productor de objetos,
produce relaciones. Es posible en este punto preguntarnos si el performativo
sería una forma de nombrar el acto psicoanalítico y además si posibilitaría
ampliar nuestras herramientas que permitan volver al concepto de acto en Lacan.
Se podría utilizar el concepto performativo para hacer referencia al acto
psicoanalítico.
Una aclaración, parece que de la lectura
de autores como Foucault y Butler, uno se encuentra con que de diversas formas
llevan ideas, desarrollos teóricos hacia sus campos de indagación, las
relaciones del sujeto y el poder, sujeto y la verdad en Foucault; en Butler el
género y la teoría de Lacan sobre el espejo y la sexualidad. Nuestro movimiento
es de algún modo el trabajo inverso, que consiste en llevar ideas, conceptos
hacia una mejor comprensión del acto psicoanalítico. Las referencias que vamos
a tomar de dos autores que de alguna forma toman un mismo concepto, lo
performativo, lo explican y utilizan de un modo diverso, considerando tópicos
próximos al acto psicoanalítico, como es la producción de verdad y podríamos
decir de posición subjetiva; o la producción de género, de rasgo identitario de
sujeto.
Acto
y lenguaje
Para Austin hay una ambigüedad en la
distinción entre verbos realizativos y verbos constatativos. Tal frontera no
está muy clara, al punto que la sola mención a tal o cual verbo que realice o
que constate no deja las cosas en claro. Su punto de partida será que hay actos
que se producen en el hablar. “decir
algo es hacer algo, al decir algo hacemos algo, porque decimos algo hacemos
algo”.
El acto de decir algo, es la realización
de un acto locutorio. El estudio de las expresiones, locuciones, de las
unidades completas del discurso. Pero además, al mismo tiempo es un acto
ilocutorio, en tanto se responda a la pregunta ¿de qué manera se esta usando la
locución? Se pregunta Austin para definir lo ilocutorio: “¿de qué manera y en
qué sentido estamos “usando” esta
ocasión?” (JA;1998;143) Dirá que esta función es la fuerza, la fuerza
ilocutoria, define un nuevo tipo de acto, que no se trata del significado que
se da algo, o del modo en que se lo usa. Se dice algo, preguntando,
advirtiendo, informando, anunciando, sentenciando, identificando, describiendo.
Al mismo tiempo que descarta la idea de
significado, por ejemplo cuando trata del “significado de la oración”, por su
carácter ambiguo. Del mismo modo la idea de “uso del lenguaje”. Respecto de los
usos del lenguaje, hace referencia a usos tales como hacer una broma, o el uso
poético, o la insinuación que quedarían por fuera de la definición de los actos
del lenguaje en tanto que estos son convencionales. Actos hechos de conformidad
con una convención.
Austin definirá un tercer tipo de acto,
llamado perlocucionario donde se suma a la locución, a la fuerza ilocutoria,
los efectos y consecuencias que la locución produce. Lo presenta de esta
manera.
“Hay un tercer sentido (C), según el cual realizar
un acto locucionario, y, con él, un acto ilocucionario, puede ser también
realizar un acto de otro tipo. A menudo, e incluso normalmente, decir algo
producirá ciertas consecuencias o efectos sobre los sentimiento, pensamientos o
acciones del auditorio, o de quien emite
la expresión, o de otras personas. Y es posible que al decir algo lo
hagamos con el propósito, intención o designio de producir tales efectos.
Podemos decir entonces, pensando en esto, que quien emite la expresión ha
realizado ha realizado un acto que puede ser descripto haciendo referencia
meramente oblicua (Ca), o bien no haciendo referencia alguna (Cb), a la realización
del acto locucionario o ilocucionario. Llamaremos a la realización de un acto
de este tipo la realización de un acto perlocucionario o perlocución.” (JA;1998;145)
Entre otros ejemplos podríamos tomar uno
muy sencillo:
Dijo que… (acto
locucionario)
Sostuvo que…
(acto ilocucionario)
Me convenció
acerca de que… (acto perlocucionario)
Habría pues de acuerdo a este autor
sentidos, direcciones o clases de actos del lenguaje, los tres que hemos
diferenciado
Acto
y discursividad
En Michel Foucault, la parresía,
tomada como una dramática del discurso
en el campo de la política, en contraste con el performativo, en el
discurso de la pragmática, plantea distintos valores del acto, la verdad y el
sujeto.
Michel Foucault en
el curso El gobierno de sí y de los otros,
en las sesiones del 12 de enero de 1983 revisa el desarrollo que realizó y
explicita su rumbo. Señala que hay tres ejes que orientan su trabajo: uno que
va de la formación de los saberes a las prácticas de veridicción; otro que
plantea la normatividad de los comportamientos y la tecnología del poder, y por
último, el de la constitución de los modos de ser del sujeto a partir de las prácticas
de sí. El propósito del curso lo define del siguiente modo:
“al plantear la cuestión del gobierno de sí y de los otros, querría intentar
ver de qué manera el decir veraz, la obligación y la posibilidad de decir la
verdad en los procedimientos de gobierno, pueden mostrar que el individuo se
constituye como sujeto en la relación consigo y en la relación con los otros.
El decir veraz en los procedimientos de gobierno y la constitución de [un]
individuo como sujeto para sí mismo y para los otros: de eso querría hablarles
este año”. (MF; 2009;58)
La parrhesía, “decirlo todo”,” hablar franco”, será la noción araña a partir de la
que dará cuenta del propósito del curso.
En su recorrido citará el Tratado de las pasiones de Galeno donde se
vincula el gnothi seautón, conócete a ti mismo y el cuidar de sí mismo. Para
este significa un ejercicio laborioso a lo largo del tiempo y que no puede
prescindir del juicio de los otros. Y precisa qué otros. Se trataría de un otro,
un hombre, con edad suficiente y una reputación lo bastante buena y, además que
estuviera dotado de una cualidad, la parrhesía, y que consistiría en el hablar
franco. Foucault hace una enumeración de los temas que
se anudan a la parrhesía: “Cuidado de sí, conocimiento de sí, arte y ejercicio
de sí mismo, relación con el otro, gobierno por el otro y decir veraz,
obligación de decir la verdad de parte de ese otro” (MF,2009,61) Estas
características de la parrhesía, la sitúan como una noción en la encrucijada de
los tres ejes, el de la obligación de decir la verdad, los procedimientos y
técnicas de la gubernamentalidad, y la constitución de la relación consigo
mismo. Precisamente en el tratado de Filodemo dirá, esta noción no está
planteada de manera identificable, pero es un tema que corre de un sistema a
otro.
Continúa presentando la parrhesía y en su búsqueda bibliográfica
encontrará referencias en textos contemporáneos pero con un uso en el campo de
la política y en el de la religión, pero no en el campo de la dirección de la
conciencia individual.
Detallará como aparece sobre todo el tema en la edad antigua desde
Platón, pasando por varios autores hasta Séneca, si bien con un uso muy
extendido entre esos periodos, pero donde queda precisado un uso en la práctica
de la dirección individual.
Sin embargo no deja de plantearse el uso de la dirección individual en
relación a la política y a la educación del príncipe. Responde a las preguntas acerca de qué tipo
de discurso permitiría al príncipe cuidar de sí mismo, encargarse de sí mismo y
también de aquellos a quienes gobierna. La idea de un maestro con su decir
veraz pasa a la obligación por parte de discípulo de decir lo que es real de sí
mismo al maestro.
Menciona además que hay
algunos deslizamientos de la noción que le asignan un valor ambiguo, por
ejemplo el valor de la parrhesía asignado por la escuela cínica, o el hablar
demasiado de uno mismo en la espiritualidad cristiana.
Se detiene y cita a Plutarco, donde aparece el joven Dión, cuñado del
tirano de Siracusa, y además discípulo de Platón, quien acerca a este al
tirano, con poco éxito. Platón le da su parecer sobre como gobernar y cae en la
cuenta y le dice en la cara al tirano, que solo un hombre de bien podría
hacerlo dándole a entender que no lo era. Le vale a Platón ser vendido como
esclavo. Dión utiliza la parrhesía frente al tirano a quien reprueba por su
forma de actuar. Foucault toma esta escena como ejemplar de la parrhesía. Un
hombre se para frente al tirano y le dice la verdad, no tiene la actitud de los
cortesanos que se ríen de las cosas que hace el tirano y lo adulan todo el tiempo. La escena que no
plantearemos en su extensión, le permite a Foucault extraer algunas
definiciones acerca de lo que no es la parrhesía. No es solo una forma de demostrar, ya que
significa un modo de apelación a un comportamiento. No es una persuasión, una
retórica, porque no hay un intento de decir las cosas a través del arte
persuasivo. Más bien es cercano a la ironía, el insulto o la crítica. No es una
pedagogía, en tanto que arroja una verdad a la cara con toda la violencia
posible. No es una disputa o querella, ya que el tirano se impone por la
violencia y no por las razones.
Por fin, concluye Foucault, se trata de resaltar el aspecto del decir
veraz de la parrhesía y los efectos que acarrea sobre el sujeto del decir.
El riesgo que el decir veraz plantea para el locutor mismo. La parrhesía
debe buscarse en el efecto que su propio
decir veraz puede producir en el locutor
a partir del efecto que genera en el interlocutor. Para expresarlo de otra manera,
decir la verdad en presencia de Dionisio, el tirano que se encoleriza, es abrir
para quien la dice cierto espacio de
riesgo, plantear un peligro en el que la existencia misma del locutor va a estar en juego, y eso constituye la
parrhesía. (MF;2009;74)
La parrhesía como contraejemplo del enunciado performativo. Foucault
toma el performativo de Austin, y aclara que un enunciado performativo se
produce bajo determinado contexto, institucionalización, en una situación
definida, donde el individuo formula un enunciado, cuya enunciación misma
produce la cosa enunciada.
Relaciona el performativo y la parrhesía como contrarios desde la
previsibilidad o no del resultado esperado
“hay una diferencia, que es capital y decisiva. Y es que, en un enunciado
performativo, los elementos que se dan en la situación son tales que, una vez
proferido el enunciado, se sigue un efecto, un efecto conocido de antemano, regulado
de antemano, un efecto codificado que es precisamente aquello en que radica el
carácter performativo del enunciado. Mientras que en la parrhesía, al contrario,
sea cual fuere el carácter habitual, familiar, casi institucionalizado de la
situación en la cual se efectúa, la introducción, la irrupción del discurso
verdadero determina una situación abierta o, mejor, abre la situación y hace
posible una serie de efectos que, justamente, son desconocidos. La parrhesía no
produce un efecto codificado: abre un riesgo indeterminado”. (MF;2009;79)
Lo mismo va a ocurrir desde la perspectiva del status del sujeto de la
parrhesía y del performativo, en el performativo el enunciado debe enunciarse
sin más, por alguien que tenga el poder de realizarlo (sacerdote que bautiza),
más allá de que esté convencido. En el acto parresiástico, hay una formulación
de la verdad doble. Primero debe pronunciarse como en el performativo, pero
además debe adherir a la verdad proferida. Esta afirmación de la afirmación,
enfrentar al tirano, de pie y diciéndolo, tiene el carácter de desafío, de
ritual solemne del decir veraz en el cual el sujeto compromete lo que piensa en
lo que dice, en el cual atestigua la verdad de lo que piensa en la enunciación
de lo que dice. Un pacto dirá Foucault del sujeto hablante consigo mismo. Dirá
que este pacto parresiástico liga contenido del enunciado y al acto de
enunciarlo. “soy quien habrá dicho esto”.
(creo que aquí se esconde algo de la idea performativa de Butler, en el
sentido que el acto es el que construye la identidad)
El tercer contraste está dado en que en
el performativo es necesario el status del que enuncia, mientras que en
el enunciado parresiástico, el parresiástico es quien hace valer su propia
libertad de individuo que habla. No hay determinación de sujeto, circunstancia
o lo que sea sino libertad del acto por el cual el sujeto dice la verdad, hay coraje. Coraje en tanto que un
ejercicio de la libertad es un ejercicio peligroso de la libertad. En tanto que
es posible que se produzca un efecto rebote sobre el parresiasta (Platón
vendido como esclavo por decirle al tirano lo inconveniente)
Tal contraste le permite distinguir la pragmática del discurso de la
dramática del discurso.
La pragmática surge del estudio de las modificaciones en el sentido
producidas por lo que ya ha sido mencionado, del status del sujeto, de la
situación, de la forma del enunciado, y cabe exactamente al análisis del
performativo. La dramática del discurso sería de qué manera el acontecimiento,
la enunciación, puede afectar el ser del enunciador. Dirá Foucault que:
“el análisis de la parrhesia es el análisis de esa dramática del discurso
verdadero que pone de manifiesto el contrato del sujeto hablante consigo mismo
en el acto del decir veraz. Y creo que, de este modo, podríamos hacer todo un
análisis de la dramática y las diferentes formas de dramáticas del discurso
verdadero: el profeta, el adivino, el filósofo, el sabio. Sean cuales fueren en
concreto las determinaciones sociales que pueden definir [su] estatus, todos
ellos hacen jugar, de hecho, cierta dramática del discurso verdadero, es decir
que tienen cierta forma de ligarse, en cuanto sujetos, a la verdad de lo que
dicen. Y está claro que no se ligan de la misma manera a la verdad de lo que
dicen, según hablen como adivinos, según hablen como profetas, según hablen
como filósofos o según hablen como sabios dentro de una institución científica.
Creo que ese modo muy diferente de lazo del sujeto con la enunciación misma de
la verdad abriría el campo para estudios posibles sobre la dramática del
discurso verdadero.” (MF;2009;84-5).
Acto y género
Actos corporales subversivos, y actos performativos subversivos, frente a
las restricciones del esencialismo del género, en Judith Butler.
Judith
Butler, en El género en disputa, el
feminismo y la subversión de la identidad, obra anunciada en la publicación
de la cual nos servimos como fundadora de la teoría queer, acerca de los
estudios de género, en el marco de los estudios del feminismo, plantea el
carácter constructivo del género, y en ese sentido la importancia que va a
tomar el acto performativo en relación al género.
Vamos
a tomar un punto del capítulo, Actos corporales subversivos, donde estudia a
Kristeva, Foucault y Wittig. En el último apartado llamado Inscripciones
corporales, subversiones performativas se pregunta “¿en qué sentido es el género un acto?” y va
ir dando precisiones de las relaciones que plantea entre el género y el acto.
En
primer lugar tomando a Victor Turner en el libro Conocimiento local, ensayos
sobre la interpretación de las culturas, localizará la repetición del acto y
dirá que del mismo modo que en otros
dramas sociales rituales, “la acción de género exige una actuación reiterada,
la cual radica en volver a efectuar y a experimentar una serie de significados
ya determinados socialmente, y ésta es la forma mundana y ritualizada de su
legitimación."
En
segundo lugar, cierto carácter público, o de acción pública al tomar la forma
de un estilo. Aunque haya cuerpos individuales que desempeñan estas significaciones
al estilizarse en modos de género, esta «acción» es pública. Esas acciones
tienen dimensiones temporales y colectivas y su carácter público tiene consecuencias.
En
tercer lugar, lo anterior lo considera como un modo de preservar el género
dentro de su marco binario, a la vez que afianza al sujeto, al decir que “aunque no puede considerarse que tal
objetivo sea atribuible a un sujeto, sino, más bien, que establece y afianza al
sujeto”.
En
cuarto lugar, considera al género como una identidad débilmente formada en el
tiempo, el género no es una identidad estable o un sitio donde se funde la
capacidad de acción y de donde surjan distintos actos. Una identidad que va a
ser instaurada en un espacio exterior
mediante una reiteración estilizada de actos.
En
quinto lugar, el género como temporalidad social constituida como realización
performativa, al decir que el efecto del género se crea por medio de la
estilización del cuerpo y, por consiguiente, debe entenderse como la manera
mundana en que los diferentes tipos de gestos, movimientos y estilos corporales
crean la ilusión de un yo con género constante. Este planteamiento aleja la
concepción de género de un modelo sustancial de identidad y la sitúa en un
ámbito que exige una concepción del género como temporalidad social constituida.
Resulta revelador que si el género se instaura mediante actos que son
internamente discontinuos, entonces la apariencia de sustancia es
exactamente eso, una identidad construida,
una realización performativa en la que el público social mundano, incluidos los
mismos actores, llega a creer y a actuar en la modalidad de la creencia.
En
sexto lugar, el género es una significación de superficie y no de base,
argumenta que “el género también es una regla que nunca puede interiorízarse
del todo; es una significación de superficie, y las normas de género son, en
definitiva, fantasmáticas, imposibles de personificar. Si la base de la
identidad de género es la reiteración estilizada de actos a través del tiempo y
no una identidad supuestamente inconsútil, entonces la metáfora espacial de una
«base» se desplazará y se convertirá en una configuración estilizada, en
realidad, una corporalización del tiempo marcada con el género. El yo con un
género constante revelará entonces estar organizado por actos reiterados que
desean acercarse al ideal de una base sustancial de identidad, pero que, en su
discontinuidad eventual, manifiesta le falta de base temporal y contingente de
esta «base».”
En
séptimo lugar, la relación arbitraria de los actos en relación al género, le
permite decir que las probabilidades de transformación de género radican
precisamente en la relación arbitraria entre tales actos, en la opción de no
poder repetir, una de-formidad o una repetición paródica que demuestra que el
efecto fantasmático de la identidad constante es una construcción políticamente
insuficiente.
En
octavo lugar, dirá que los atributos de género no son expresivos sino
performativos, entonces estos atributos realmente determinan la identidad que
se afirma que manifiestan o revelan.
La
autora establece la distinción en este punto
entre expresión y performatividad
como crucial. Los géneros total y radicalmente increíbles.
Si los atributos y
actos de género, las distintas formas en las que un cuerpo revela o crea su
significación cultural, son performativos, entonces no hay una identidad
preexistente con la que pueda medirse un acto o un atributo; no habría actos de
género verdaderos o falsos, ni reales o distorsionados, y la demanda de una identidad
de género verdadera se revelaría como una ficción reguladora. El hecho de que
la realidad de género se determine mediante actuaciones sociales continuas
significa que los conceptos de un sexo esencial y una masculinidad o feminidad
verdadera o constante también se forman como parte de la estrategia que esconde
el carácter performativo del género y las probabilidades performativas de que
se multipliquen las configuraciones de género fuera de los marcos restrictivos
de dominación masculinista y heterosexualidad obligatoria. Los géneros no pueden
ser ni verdaderos ni falsos, ni reales ni aparentes, ni originales ni
derivados. No obstante, como portadores creíbles de esos atributos, los géneros
también pueden volverse total y radicalmente increíbles. (JB;2007;275)
Conclusiones
Retomando aquello que habíamos señalado acerca de la relación sexual y el acto sexual, en tanto que solo el acto efectúa la relación sexual, dado que la relación sexual no es una relación lógica definible. Dicho argumento, separa la lógica y el acto. Ahora la relación sexual como se la precisa? Guy Le Gaufey, viene desarrollando una línea argumental a partir de los libros La incompletud de lo símbólico y de Hiatus sexualis La no relación sexual según Lacan, donde analiza lo simbólico, el universal y la serie de los “no hay”, no hay universo de discurso, no hay otro del otro, no hay relación sexual, en el último caso donde cita un párrafo de la sesión del 4 de junio de 1969, del seminario de Jacques Lacan, De un Otro al otro, va a decir algo más, no sólo no hay relación lógica definible entre los sexos, sino que va a decir que tampoco hay acto sexual. No hay acto sexual que precise una relación que no es lógicamente definible. Pero, va a decir, que sí de un modo contingente, pero irremediable, solo a través del acto podría definirse de algún modo la relación sexual. En el nivel lógico no es posible lo que sí va a ser desde el lado del acto. La efectuación de la relación sexual a través del acto. El acto por lo tanto, no es que se inscribe en la relación sexual, como si pudiésemos decir, que se actualiza la relación sexual en el acto sexual. El acto sexual efectúa por sí algo de la relación sexual, el acto es primero respecto de la relación.
Lacan toma el argumento anterior para explicar el acto psicoanalítico. En el acto psicoanalítico no se inscribe en las coordenadas del Otro, del Sujeto supuesto saber, del sujeto que sabe todo de ante mano, acerca de lo que pueda decirse en un análisis. Es el acto psicoanalítico a través de la operación que vimos como describía Lacan más arriba, que se convierte en productor de efectos.
Este acto, es semejante, mantiene un aire de familia, con la idea de un acto que produce el género, más que expresarlo, donde podríamos decir que el acto y no el género es performativo. Este acto tiene algo que ver con el acto de la parreshía, del coraje de decir la verdad, que se diferencia del performativo, o en otro sentido de los adulones del tirano, produciendo efectos sobre el gobierno de sí. También tiene algo con los actos de habla, entre los actos locutorio/ilocutorios y los perlocutorios, en tanto este último produce algo más de lo que los otros expresan.
Bibliografía
Artefactos 5 elp
El escándalo del performativo del análisis. http://www.ecole-lacanienne.net/fr/p/publications/m/livres/artefactos-28/revista-artefactos-collection-cuadernos-de-nota-76.
2014.
Austin J. Palabras y acciones.cómo hacer cosas con palabras. Paidós. 1998(1955)
Buenos Aires. Conferencias 8, 9 y 10. Páginas 138 a 178.
Butler Judith, El
género en disputa. Paidós 2007 Barcelona. Capítulo 3. Actos corporales
subversivos. Página 173 a 277.
Cellerino
Sergio y Lutereau Luciano, Acto analítico y actos de habla (speech acts). Psicoanálisis
y pragmática lingüística. Desde el Jardín de Freud [n.° 9, Bogotá, 2009] issn:
1657-3986, pp. 223-228.
http://www.revistas.unal.edu.co/index.php/jardin/article/view/12235/12866
Foucault Michel.
El gobierno de sí y de los otros. FCE Buenos Aires. 2009. Clases
del 12 de enero de 1983. Páginas 57 a 89.
Lacan
Jacques. Seminario De un Otro al otro. 4 de junio de 1969. Versión PDF
Psikolibros en línea.
Le Gaufey, Guy. Hiatus sexuales La no-relación sexual según
Lacan. Traducción Mattoni Silvio. El cuenco de plata. Buenos Aires 2013.
Capítulo II La lenta eclosión de la fórmula. La serie de los “no hay”. Pág.33
a 54.
Opacidades, revista de psicoanálisis
8. No va de suyo que… ELP. Buenos Aires 2014.
Anexo 1
Taller de psicoanálisis
Título
Lecturas y comentarios en referencia al carácter performativo del acto,
en la práctica del psicoanálisis. Butler, Foucault y Lacan
Argumento
El discurso de
la gubernamentalidad permite localizar, en el campo de las
prácticas sociales acerca de la subjetividad, unos actos, organizados por
taxonomías normalizantes y/o por el binarismo del género, entre otros,
que imponen performatividades para los sujetos, a partir de prácticas biopolíticas
de regulación social. Un saber supuesto de un sujeto, la ciencia, que puede
desentrañar toda subjetividad inscribiéndola en clasificaciones, estructuras o
distintas lógicas con efectos normalizadores.
¿Queda lugar para
otros actos? Algunos proponen performances desde la
subjetividad, en el psicoanálisis, en el género, en la política, en el arte. Es
posible que otras prácticas, no se inscriban tan fácilmente en órdenes
previos y que sin embargo, se orienten de acuerdo a cierta verdad que surge de
la singularidad de un sujeto.
El acto analítico,
según el pensamiento de Lacan, que no está exento de caer en la normalización
de las prácticas biopolíticas, por sus características sería posible que quede
o no por fuera de ésta. Se trataría de un acto que haría de la verdad una
estructura de ficción, una actuación que reconocería algunos momentos
diferentes. Incita al saber al sujeto acerca de su propia verdad,
promueve una producción creativa del sujeto y define representaciones y actuaciones
por parte del analista. Se trataría de un acto que produciría un saber de
menor alcance que aquel supuesto de la ciencia, más local, y lejos de lo
universal.
La propuesta del
taller es el estudio del acto analítico promovido por el psicoanálisis. Será
puesto a prueba frente a otros actos. En primer lugar, la dupla parresía y performativo.
La parresía, una dramática del discurso en el campo de la política, en
contraste con el performativo, en el discurso de la pragmática, plantea
distintos valores del acto, la verdad y el sujeto. En segundo lugar,
interpelado por actos corporales subversivos, que en las teorías
del género se mencionan ciertos actos performativos subversivos, frente a las
restricciones del esencialismo del género. Por último, algo de performance y
arte.
La talking
cure de Freud estaría puesta en cuestión. En tiempos donde la
psicopatologización predomina el campo psi, pero donde también se sostienen
políticas de prácticas de salud mental con enfoque de derechos, el acto
analítico en el centro de la mira.
Bibliografía
Austin
J. Palabras y acciones. ¿Cómo hacer cosas con palabras? Conferencias 8, 9 y 10.
Páginas 138 a 178.
Butler Judith, El
género en disputa. Paidós 2007 Barcelona. Capítulo 3. Actos corporales
subversivos. Página 173 a 277.
Foucault Michel.
El gobierno de sí y de los otros. FCE Buenos Aires. 2009. Clases
del 12 de enero de 1983. Páginas 57 a 89.
Lacan
Jacques. Seminario De un Otro al otro. 4 de junio de 1969. Versión PDF
Psikolibros en línea.
Le Gaufey Hiatus
sexuales La no-relación sexual según Lacan. Traducción Mattoni Silvio. El
cuenco de plata. Buenos Aires 2013. Capítulo II La lenta eclosión de la
fórmula. La serie de los “no hay”. Páyog.33 a 54.
Opacidades,
revista de psicoanálisis 8. No va de suyo que… ELP. Buenos Aires 2014.
Maingueneau, D. Introducción a los métodos de análisis del
discurso. Hachette. Buenos Aires 1980 Los actos de lenguaje los performativos.
Páginas 145-156.
Cuatro
reuniones
4 de octubre de
2014. “Acto performativo y acto analítico”
18 de octubre de
2014. “Parresía y performativo, comparación entre discurso dramático y discurso
pragmático”
15 de noviembre de
2014. Género y performativo en la teoría queer”
6 de diciembre de
2014. “Acto analítico”
+ info
Confitería La
Genovesa, Rivadavia 351, en Junín. Sábados de 11 a 13 horas. Taller de
psicoanálisis. Jorge Alonso. Acompañan Claudia Álvarez y Yesica Troilo.
Invitación abierta a quienes estudian y realizan la práctica del
psicoanálisis.
Contacto: Jorge
Alonso Tel 0236 154459105
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